Ballet Teatro y La Cenicienta

Ballet Teatro y la Cenicienta

Dignidad, elegancia, y estética de un montaje.
Fue mucho más.
Mucho más que una presentación clásica de ballet, Cenicienta fue una evidencia del trabajo tesonero para labrar las nuevas generaciones dominicanas de la noble danza.

El origen....

El Ballet Teatro Dominicano tiene su sede en Casa de Teatro, donde cada tarde niñas, niños y adolescentes cultivan, a partir de las 3:30 de la tarde, el amor por la danza y el dominio corporal y espiritual de un arte tan noble.
Dos espíritus tesoneros, los de Ximena Quintana, nacida en Venezuela y con un largo y productivo trayecto como ballerina y profesora de ballet, y Carla Fauchard, reciben la confianza de padres y madres de estas criaturas. Se trata del milagro de transformar, con cada hora de clases y ensayos, a esa niñez y adolescencia, en parte de la historia de la danza en el país.
El Ballet Teatro lo que hace en realidad, más que presentaciones para presentar el resultado de un año de clases, es ir tejiendo con precisión y excelencia, la base artística del ballet nacional del futuro inmediato.
Y esa es una labor que no hay con que pagarla.


La Cenicienta

La presentación del ballet Cenicienta, basado en la versión libre de Frederick Asthon, para el Royal Ballet de Inglaterra, debió enfrentar la competencia desproporcionada de un Primer Festival Artístico ACP, que ofertaba cine, artes plásticas, conciertos gratuítos con figuras que probablemente de ninguna otra forma podrían verse en vivo en el país.
Enfrentaba además la ausencia de una promoción televisiva y en prensa escrita que fijara en la mente del público la importancia de este montaje.
Enfrentaba además la tradicional falta de patrocinios empresariales, notable en los valiosos y escasos anuncios en el programa de mano.
Enfrentaba, además, el trabajo inmenso de bregar con más de cien artistas en formación (niñas, niños y adolescentes), con el doble de ese número de padres y madres pendientes de sus hijos, con la exigencia de un ballet sumamente demandante en términos de rendimiento técnico y artístico.
Mas, todas las pruebas fueron superadas.
Y el montaje logró mucho más que los cómplices aplausos familiares cuando salían las nuevas figuras del ballet dominicano.
Resalta, en primer lugar, la dignidad del montaje, desde su limpia y práctica escenografía, el potente sonido de la pieza, (escrita por Serge Prokofiev), la coreografía de Fauchard , el diseño de luces que engrandeció la presentación (Sandy Morales), el vestuario sugerente y preciso de las dos profesoras Quintana y Fauchard, la confección de todo aquello a cargo de Cromsi Domínguez.
Dividido en tres actos, el ballet Cenicienta fue inspirador, cultivador de la fe en la máxima expresión de la danza.
Lo que se presentó fue mucho más que un ejercicio académico para mostrar a padres y madres el avance de sus hijos y la justificación de un pago matricular que está muy por debajo de lo que debería.
Ximena Quintana lo que hace es un trabajo por el arte y la paz. Lo que hace esta artista, junto a Carla Fauchard, es dar espacio a la más dulce de las esperanzas. Lo que hacen es dar una respuesta noble a una sociedad marcada por la violencia y el egoismo.Estos artistas nóveles dieron en escenario lo mejor de si, aun con una que otra vacilación, (¿Qué importa?), más allá del pasito que olvidó uno de esos retoños (¿qué trascendencia tiene?).
Cenicienta, en interpretación del Ballet Teatro Dominicano, fue un gesto hacia la autoestima nacional. Y un triunfo de una visión de maestras.

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