Un teatro enorme: Las Máscaras

Las Máscaras es uno de los teatros más pequeños del continente con apenas 32 bucatas. Cuando abrió sus puertas, mucha gente del propio medio teatral, en rechazo al novedoso concepto,le dieron seis meses de vida.


Las Máscaras tiene ya 10 años y 8 meses y ahora es un teatro por el cual la gente asidua tiene que pelearse (por medio de la reserva a tiempo) las 32 butacas de cada función, incluyendo personas de muy alto poder económico que sabe perfectamente que no son lo más cómodo del mundo.


La demanda que tienen las funciones en Las Máscaras, expresa sin duda que se ha creado un público fiel y constante.


El experimento de Germana Quintana y LidiaAriza, ha resultado un éxito mayor de lo esperado.




El más reciente de los montajes, Las Locuras de Papi y Mami, de Alfonso Paso, resulta una pieza divertida, bien actuada en general, en un conjunto de interpretaciones que permite detectar la sorprendente fuerza de una
juvenil figura, Pamela de León, que evidencia un dominio vocal y una presencia escénica que deja sentir que algo nuevo ha llegado.
Lidia Ariza y Jorge Santiago apelan a su probada veterana trayectoria para hacer roles protagónicos deliciosos y cargados de matices,
Desde sus papeles de hijos de los dos “viejebos” Kyrsis Núñez, como Luisa, y Bryan Payano, como Julio, hacen su trabajo a pesar de que se nota les hace falta ese don que solo aporta la experiencia. No pueden ser juzgados con severidad, `pero ambos deben exigirse mucho más a si mismos.
Recomendable para ser vista más de una vez, la obra envuelve en su picardia disfrutable, un mensaje que llama a vivir plenamente la vía, no importa la edad o las circunstancias.

Amar el teatro
El público que acude a Las Máscaras, que ya es constante, que no deja ninguna función sin un lleno total, que tiene que reservar con tiempo para encontrar una de las 32 plazas disponibles, ha definido su amor por el teatro.
Sobre todo si se toma en cuenta que allí encontrará butacas que no cuentan con la comodidad de otros escenarios lujosos, y que el espacio poco al punto de que a actores y público los separan menos de un metro.
El público que asiste, que incluye gente de las cúpulas empresariales y de las familias destacadas, que se codea con otros ciudadanos sin renombre social, evidencia su necesidad de una escena que le haga reír y reflexionar.

Cuando se anunció, hace 10 años y 9 meses, que se abriría un teatro, en la pequeña sala de una casona de la Zona Colonial, ahí en la calle Arzobispo Portes casi esquina Arzobispo Meriño, bautizado con el nombre de Las Máscaras, , en los corrillos displicentes de la escena dominicana, se dijo “!Pero es que tienen que estar locas Lidia y Germana! ¿Quién ira a ir a eso?”.


Pasado el tiempo, Las Máscaras, como teatro, ha afirmado una marca demandada incluso por un público de alto poder económico, personas de clase media, estudiantes de teatro, profesores de la escena, artistas y visitantes extranjeros que acuden atraídos por lo que le dicen de esta reducida e inmensa galería del teatro vodevil, ese que entrega sus mensajes con los entretelones de la risa, aderezada con una intención didáctica, social y moral que tiende a educar en valores positivos, más allá de la carcajada del momento.

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1 Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me encanta como escribe este crítico, su definición del teatro Las Mascaras.