Aguas Vivas, parte de lo mejor en danza en 2012


Aguas Vivas parecía ser, a la distancia que permite la prisa y la presión del trabajo periodístico, otro buen  espectáculo de danza de tinte internacional y local para presentar estrellas de la danza, como tantas veces se ha hecho. Pero no era así. Era la vieja historia de la fuente del arte como vía de encuentros de gentes y pueblos, más que la suma de la estelaridad y los curriculums de los talentos participantes, de los que habría mucho qué decir

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El espectáculo se guardaba sus esencias para el momento culminante en que se abrieran las cortinas del telón para hacer conciencia de que lo imposible es una dimensión que puede saltar en mil trozos de ilusión  para dejar ver lo que el entrenamiento y, sobre todo, la pasión por la danza, pueden lograr.


El  Encuentro (nombre que define el proyecto cultural en que se inscribe  Aguas Vivas), no radicaba en el origen nacional de los artistas participantes, lo intensamente grato de esta conjunción de talentos de tantos países latinos, a propósito del elenco del Ballet Hispánico, la institución danzaria más representativa del baile noble de las corrientes latinas en los Estados Unidos – fundado   por la venezolana- estadounidense Tina Ramírez, bailarina y coreógrafa  en 1970- y el Ballet Nacional Dominicano, a cargo de una mujer entregada  de por vida a este arte, Marianella Sallent.

Aguas Viva desborda el ballet multicultural tal cual se ofrecía a primera vista. Se trata, probablemente, del mejor espectáculo de ballet contemporáneo que se haya registrado este año en la República Dominicana a un público que durante tres días tuvo la suerte de una experiencia total de arte expresivo, rítmico, sutil, intenso, cuidadosamente desbocado en sus giros, en sus movimientos colectivos de cuerpos que parecían ser uno y no muchos tal cual eran a primera vista.

Aguas Vivas destaca por su singular manera de dejar una impronta que juega hasta lograr la fórmula mágica en la cual  luces, movimientos, la extraordinaria banda musical que le sostiene, deja sin aliento a un público que apenas llega a preguntarse “¿Cómo se logra esta perfección?

Nombres y figuras nacionales y de naciones hermanas, todas marcadas por la hispanidad de de sus esencias,  ofrecieron una plural demostración del camino de paz que debe unir estos pueblos, marcaron una ruta, en el mismo nombre de estos juveniles y vibrantes cuerpos, que muestra la ruta para  el necesario camino del encuentro entre naciones.

Aguas Vivas es el tipo de espectáculo que se trasciende a si mismo más que como arte puro, como indicativo de solidaridad entre gente con intereses comunes, para el caso presente: la danza. Es la adopción de un código universal y hermoso, que remueve conciencias y hace preguntar:¿ Por qué nuestros pueblos y gobiernos, todos ellos sin discrimen ni prejuicios, no son capaces de danzar en la vida como estos muchachos que lo hacen proviniendo de latitudes y realidades distintas.

El arte tiene licencias que la vida real se niega a dar. La expresión de arte, en cualquiera de sus formas, permite incursionar en enfoques, temas y aspectos, que las relativas y caprichosas veredas de la vida reniega en sus esencias.  

Este espectáculo danzarlo fue auspiciado por el Ministerio de Cultura, la Embajada de Estados Unidos, el Banco Popular, Johana y José Dencil Mera, Sociedad Industrial Dominicana, Orange Dominicana, Isla-Dominicana de Petróleo, Auto-Ozama Cacao Rizek, Ministerios de Turismo e Industria y Comercio, Embajada de Israel y Leche Rica, entre otros.   

El código del arte se permite licencias que la geopolítica rehúsa acatar de buen grado. La misma actitud del gobierno de Cuba que permite una crítica a su régimen en las tres películas cubanas del recién finalizado  Tercer Festival Internacional de Cine de Santo Domingo (Juan de los Muertos, Larga Distancia y 7 Días en La Habana) – conteniendo críticas al sistema de vida de Cuba- es la que ofrece el criterio acertado  de la Embajada de Estados Unidos al traer a República Dominicana el repertorio sutil, intenso, 

cimbreante  de sabor cubano por la vía del son, la ardiente rumba de origen cubano) ofrecido por el Ballet Hispano de New York,  en una evidencia de pluralidad en el arte que ya debería darse en otros niveles de las relaciones de ambas naciones. 

Escuchar la música cubana, penetrante y certera al alma del Caribe, en este espectáculo de patrocinio norteamericano, para mucha gente puede que no significara nada para el comun de los mortales espectadores más pendientes de sus pantallas del BB que de aquellas proezas que justifican el cuerpo como evidencia del milagro real que genera la entrega  real  del alma al arte mejor entendido.

Aguas Vivas ha sido uno de los puntos más destacadamente  anotados  por la embajada de Estados Unidos, por el criterio de selección, por la calidad de sus talentos y, más que todo, por el encuentro que, con nosotros mismos, nos proporciona, fuerte mensaje que debía estremecer conciencias.
 Y acercar pueblos. 
¿Puede hablarse más claro?


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