Angelo Valenzuela es mi amigo.
Es un artista del pincel.
Un pintor extraordinario que ha cultivado un estilo subrealista, impresionista y realista. Es un gestor cultural y un orgullo de su comunidad, San Juan de la Maguana.
Angelo Valenzuela es un ser de bondad y belleza. Actualmente es responsable, junto a un amplio equipo de trabajo, del trabajo que se hace en SJM para montar allí la IV Feria Regional del Libro, que está pautada para efectuarse en la última semana de septiembre.
Angelo me mandó, hace unos días, información sobre el hallazgo de lo que parecía un águila (una especie que no es propia del paìs) por parte de un joven del Cercado que la rescató de manos de unos niños que jugaban en el ave.
Publiqué el hallazgo del ave en El Nacional, y como estamos tan dispuestos a desmeritar el trabajo de todo el mundo sobre el criterio de no creer nada y a nadie, unos amables lectores de El Nacional se esforzaron por llamar a El Nacional, escribieron correos el
ectrónicos al director, indicándole que eso era una cuyaya, un cernícalo y hasta un búho y que yo había metido la pata, que había puesto el periodico en un ridículo.
ectrónicos al director, indicándole que eso era una cuyaya, un cernícalo y hasta un búho y que yo había metido la pata, que había puesto el periodico en un ridículo. Pues resulta que no era cernícalo, ni búho, ni halcón.
Era un águila.
Un ágila migrante.
Un ágila pescadora.
Un águila cuyo nombre cientìfico es Pandion halicaetus.
Un águila que sólo come peces frescos.
Lamento haber hecho quedar tan mal a los francotiradores.
Era un águila.
Nelson Marcano, especialista en ornitología, me informa quee esta ave se alimenta de pescado fresco peces pequeños sea que sería bueno darle sardinas de lata de las que vienen en agua.
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