Hay que estar vivo para poder vivir

Parece un juego de palabras.

O una voltereta que conduce a un laberinto sin salidas previsibles.

Pero....nada más imprevisible que la vida misma.
Cada día nos llena de asombro.

Y el tiempo se nos pasa.


En bien. O en lecciones aprendidas. En la navegación indescriptible por zonas que precipitan olores y discursos. Me declaro aprendiz de vida. Y no hablo por mi.
Ni por nada que me ocurra. Simplemente se me ocurrió pensar en el sentido de vivir. No pasa nada. Y eso es lo grave....que no pasa nada.


En la imagen, una de mis presentaciones de Origami en el Pabellón del Caribe durante la XI Feria Internacional del Libro. Fue muy divertido.


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El vivir es una tarea de cada dia.

Cada momento implica un aprendizaje y cada instante una lección inolvidable.
El asunto es procurar vivir sin el apego a lo inmediato, trascender las dificultades inmediatas, saltar por encima de las miserias que nos rodean y establecer metas tan altas que nos parezcan a nosotros mismos, inalcanzables.
De declaro alumno de la existencia.
Me proclamo educando de la vida misma,.
Me admito como un ser que comienza a aprender a caminar por la vida.

A pesar de las vicisitudes, las crudas jornadas transcurridas.
Me declaro satisfecho de la vida vivida.

Me exhibo ahora como producto de cada uno de mis actos.
De mis imperfecciones.
De mi falta de seguimiento a mi mismo.
De mis miserias.
De mis egoísmos.
Los admito todos.
Los acepto todos como experiencias que van formando filas en una vida que nunca entrega dos días iguales.
En estos día,. en estos meses que han pasado, he aprendido mucho.
Más de lo que se pueda concebir desde el tranquilo asiento desde el cual hoy, domingo en la mañana, usted lee esta columna.
Se más que eso.
Es más que lo obvio.
Es más que las pasiones políticas.
Más que mis heroísmos ignorados y mis miserias proclamadas.
Mas que el vivir expresso de estos tiempos.
Más que los coros.
Más que los corillos.
Me he dado cuenta de cuan sola se siente la gente.
Me he dado cuenta de cuan triste vive alguna gente.
Me he dado cuenta de cual miseriosa es hasta mi propia existencia.
Es tiempo de aprender a vivir.
Hora de proclamar la transparencia.
La dicha.
El amor.
La bondad.
El buen decir.
El hacer correcto.
Es el chance estelar que ofrecen Dios o Destino, como usted lo conciba.
Para mi que es mi Dios.
Ese que nos ama más allá de toda limitación terrenal.
Es ahora el tiempo de vivir plenamente.
De entender la pasión por la vida como un asunto inherente al vivir de cada día.
Entonces habré aprendido a vivir.
Es una meta.
Un destino.
Se trata de algo que parece simple: aprender a vivir.
Se dice se modo simple.
Se escribe fácil.
Pero no es ni lo uno ni lo otro.
Una tarea inmensa que uno no sabe hasta donde se tendrá que llegar.

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1 Comments

Milla said…
Hermosa entrada, José, gracias! El título en particular, es una verdad tan grande como el universo... Hay muchos "muertos viventes" por ahí, demasiados, y no me refiero a los de Michael Jackson precisamente. Pienso como tú que vivir es una ocupación que puede –como todas– resultar muy satisfactoria o muy frustrante, dependiendo de tu grado de educación o entrenamiento, de las herramientas que dispongas y, escencialmente de tus intenciones.
:-)