Una sociedad que no lee novelas, hablo de novelas, de obras narrativas de gran calado, de imaginación, de maestría en el manejo del lenguaje, de imaginación desbordante y desquiciante, hablo de ilusión, hablo de la vida y sus personajes reales, hablo de el acto mágico de escribir - sin pretención alguna de lograrlo- para la historia.
Antonio Orlando Rodríguez, cubano nacido en Ciego de Avila, se tomó cinco años para escribir Chiquita, una realidad que se hizo mujer y que él inmortaliza con una novela que ganó el Premio Alfaguara de Novela 2008.
Tuve un encuentro con este autor, gracias a Ruth Herrera, de Santillana-Alfaguara, y pudimos profundizar, entre palabras y deseos comunes, en ese deseo de que la gente lea, lea de verdad, lea como forma de vivir otras existencias, como manera de trascender.
Hoy les cuento de esa conversación.
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En contadas oportunidades, llega una novela capaz de apartar al público lector de todo cuando le rodea. A veces se presenta en el visual literario, permite la presencia de una narración de largo esfuerzo que embruja, conquista, seduce y atrapa con la fuerza con que lo hace Chiquita.
La novela cuenta la sorprendente historia de un personaje precursor en más de un aspecto. Cubana, artista, auténtica, atrevida, audaz, autoritaria, seductora, libre en más de un sentido, Espidiona Cenda existió en la Cuba y Estados Unidos de su tiempo.
Antonio Orlando Rodríguez nos concedió un rato de su estadía en Santo Domingo para hablar sobre Chiquita, Premio Alfaguara de Novela 2008.
“No escribí la novela con la idea de transmitir ningún mensaje. Mi deseo era entregar al lector una novela de aventuras con un personaje protagónico fuera de lo común, y a través de sus peripecias hacer un recorrido por una etapa histórica que me parece fascinante, el transito del siglo XIX al XX.”
Sostiene el autor que quería proponer una reflexión sobre las relaciones de poder que se establecen entre los chiquitos y los grandes, sean seres humanos o naciones.
Le atrajo la idea de hacer de Chiquita una suerte de precursora de los derechos femenino y recuerda que en la época en que ella llega a Nueva York e inicia su carrera artística, el movimiento femenino por el derecho al voto era muy fuerte.
“Fue un momento en que la presencia de las mujeres en las universidades comenzó a ser mas frecuente, en que las mujeres comenzaron a romper muchas barreras. Entonces, quise que Chiquita resumiera el naciente espíritu femenino de la época, con su rebeldía, su voluntad de conquistar un mundo que parecía hecho a la medida de los gigantes, su deseo de vivir a plenitud y de gozar de la vida” afirma.
De algunos episodios documentados de la vida de la Espiridiona Cenda real puede deducirse que fue una mujer muy “lanzada”, que vivió a su aire, sin preocuparle mucho el que dirán (por ejemplo, su boda secreta a los 34 años con un jovencito de estatura normal al que le doblaba la edad), pero al transformarla en personaje literario el autor se propuso subrayar y magnificar esos rasgos que anuncian a una mujer contemporánea, convencida de su valor y dispuesta a enfrentar todo tipo de retos. Chiquita es pequeña de tamaño, pero no de coraje ni de ideas.
¿ Cómo escribe este autor?
“Soy un escritor sumamente intuitivo” responde el Rodríguez.
“ Nunca hago bocetos detallados de la estructura de mis libros, sino que voy descubriéndola y perfilándola sobre la marcha, lo cual a veces me obliga a trabajar muy lentamente, a dar muchos traspiés y volver al punto de partida hasta encontrar variantes que me dejen satisfecho.”.
Indica que en el caso de Chiquita, definir la arquitectura del libro, escoger los narradores, perfilar sus voces, fue bastante complicado. Fueron cinco años de trabajo en los que abundaron los momentos de duda y insatisfacción.
Por suerte, al final el libro quedó bastante parecido a la idea que me había hecho de el. “Siempre he trabajado mucho los textos, en busca de una perfección formal que, de antemano, se inalcanzable. Un poeta cubano, Felix Pita Rodríguez, escribió unos versos que empiezan diciendo "Estas no son las palabras, no es esto lo que yo quiero", y los tengo a la vista, en mi escritorio, para recordarme que escribir es un oficio difícil, en el que rara vez quedamos satisfechos del todo con el resultado. Por eso reviso, reescribo y vuelvo a revisar los textos hasta que el libro esta a punto de entrar a imprenta. Nunca se termina de aprender a escribir. Por suerte, nos queda el consuelo de que el próximo nos puede quedar mejor...”.
Chiquita es real
Espiridiona Cenda es un personaje real. Para escribir la novela, el autor investigó todo lo que pudo sobre su vida en las fuentes que tuvo a su alcance.
Sin embargo, Antonio Orlando no usó toda esa información.
“Siempre tuve claro que estaba escribiendo una novela, no una biografía estricta. Es decir, la Chiquita del libro es el reflejo literario, la recreación, de un personaje real. Pero me tome todas las libertades que permite la ficción. Lo que me pareció aburrido o decepcionante, lo transforme a mi antojo. Y rellené los espacios vacíos con mi imaginación. Así que la heroína es resultado, como toda la novela, de una mezcla de realidad histórica y fantasía” .
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En contadas oportunidades, llega una novela capaz de apartar al público lector de todo cuando le rodea. A veces se presenta en el visual literario, permite la presencia de una narración de largo esfuerzo que embruja, conquista, seduce y atrapa con la fuerza con que lo hace Chiquita.
La novela cuenta la sorprendente historia de un personaje precursor en más de un aspecto. Cubana, artista, auténtica, atrevida, audaz, autoritaria, seductora, libre en más de un sentido, Espidiona Cenda existió en la Cuba y Estados Unidos de su tiempo.
Antonio Orlando Rodríguez nos concedió un rato de su estadía en Santo Domingo para hablar sobre Chiquita, Premio Alfaguara de Novela 2008.
“No escribí la novela con la idea de transmitir ningún mensaje. Mi deseo era entregar al lector una novela de aventuras con un personaje protagónico fuera de lo común, y a través de sus peripecias hacer un recorrido por una etapa histórica que me parece fascinante, el transito del siglo XIX al XX.”
Sostiene el autor que quería proponer una reflexión sobre las relaciones de poder que se establecen entre los chiquitos y los grandes, sean seres humanos o naciones.
Le atrajo la idea de hacer de Chiquita una suerte de precursora de los derechos femenino y recuerda que en la época en que ella llega a Nueva York e inicia su carrera artística, el movimiento femenino por el derecho al voto era muy fuerte.
“Fue un momento en que la presencia de las mujeres en las universidades comenzó a ser mas frecuente, en que las mujeres comenzaron a romper muchas barreras. Entonces, quise que Chiquita resumiera el naciente espíritu femenino de la época, con su rebeldía, su voluntad de conquistar un mundo que parecía hecho a la medida de los gigantes, su deseo de vivir a plenitud y de gozar de la vida” afirma.
De algunos episodios documentados de la vida de la Espiridiona Cenda real puede deducirse que fue una mujer muy “lanzada”, que vivió a su aire, sin preocuparle mucho el que dirán (por ejemplo, su boda secreta a los 34 años con un jovencito de estatura normal al que le doblaba la edad), pero al transformarla en personaje literario el autor se propuso subrayar y magnificar esos rasgos que anuncian a una mujer contemporánea, convencida de su valor y dispuesta a enfrentar todo tipo de retos. Chiquita es pequeña de tamaño, pero no de coraje ni de ideas.
¿ Cómo escribe este autor?
“Soy un escritor sumamente intuitivo” responde el Rodríguez.
“ Nunca hago bocetos detallados de la estructura de mis libros, sino que voy descubriéndola y perfilándola sobre la marcha, lo cual a veces me obliga a trabajar muy lentamente, a dar muchos traspiés y volver al punto de partida hasta encontrar variantes que me dejen satisfecho.”.
Indica que en el caso de Chiquita, definir la arquitectura del libro, escoger los narradores, perfilar sus voces, fue bastante complicado. Fueron cinco años de trabajo en los que abundaron los momentos de duda y insatisfacción.
Por suerte, al final el libro quedó bastante parecido a la idea que me había hecho de el. “Siempre he trabajado mucho los textos, en busca de una perfección formal que, de antemano, se inalcanzable. Un poeta cubano, Felix Pita Rodríguez, escribió unos versos que empiezan diciendo "Estas no son las palabras, no es esto lo que yo quiero", y los tengo a la vista, en mi escritorio, para recordarme que escribir es un oficio difícil, en el que rara vez quedamos satisfechos del todo con el resultado. Por eso reviso, reescribo y vuelvo a revisar los textos hasta que el libro esta a punto de entrar a imprenta. Nunca se termina de aprender a escribir. Por suerte, nos queda el consuelo de que el próximo nos puede quedar mejor...”.
Chiquita es real
Espiridiona Cenda es un personaje real. Para escribir la novela, el autor investigó todo lo que pudo sobre su vida en las fuentes que tuvo a su alcance.
Sin embargo, Antonio Orlando no usó toda esa información.
“Siempre tuve claro que estaba escribiendo una novela, no una biografía estricta. Es decir, la Chiquita del libro es el reflejo literario, la recreación, de un personaje real. Pero me tome todas las libertades que permite la ficción. Lo que me pareció aburrido o decepcionante, lo transforme a mi antojo. Y rellené los espacios vacíos con mi imaginación. Así que la heroína es resultado, como toda la novela, de una mezcla de realidad histórica y fantasía” .
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