La esencia de la cuestión se puede resumir con el lema de una campaña publicitaria: ¿Que sería la vida sin telecable?
Cuando falta el telecable el aire se torna irrespirable, aburrido. Es como estar en un callejón, amarrado y amordazado en una esquinita.
Creo que el telecable nos ofreció una referencia nueva para ver televisión, nos conectó con la realidad mundial de la producción para la pantalla chica, nos instruyó, nos divirtió, nos puso a disposición un cine en casa.
Nos enseñó a ser críticos. Y a criticar la propia televisión, criolla o de cable. Nos amplió la vida. Como usuario hoy cuento lo que ha sido el telecable para mi existencia.
La foto es tomada en mi habitación, durante un momento de disfrute de la televisión por cable.
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¡Cuántos momentos de depresión y soledad he podido ahogar y superar gracias a sentarme frente a mi televisor y conectarme con un mundo de imágenes, sonidos, mensajes, bellezas y realidades, que me llegan por el servicio de televisión por cable!
Sólo nos damos cuenta del valor del Telecable cuando, por alguna razón, no tenemos el servicio.
Hoy hablo como cliente. Me permito esa licencia.
Cuando vi las primeras promociones de la campaña “ No hay vida sin telecable”, me retrotraje al momento en que por vez primera, disfrute del primero de sus programas.
Era un documental del Discovery Channel sobre la relación de los insectos con las flores en el proceso de la polinización.
Unas tomas impresionantes de primerísimos planos de aquellas abejas en torno a las flores, una masculina y bien timbrada voz en off describía el proceso a partir de un guión escrito con una gracia especial y un acertado manejo científico de los conceptos biológicos que permitían la perpetuación de los frutos y por ende, de la alimentación humana. Y qué decir de la música y el sonido ambiental. Me puse a pensar cuánto tiempo habría sido necesario para lograr aquellas tomas.
Recuerdo que fue durante la visita a un pariente, un tío rico que tenía varias bombas de expendio de gasolina, lo que le permitía tener una serie de servicios que aún no estaban al alcance de mi familia.
Mi Tío Tite (así se llamaba, EPD) vivía en el ensanche Ozama, se dio cuenta de cómo me impactó el descubrimiento mediático. Y en una postura que mezclaba orgullo, paternalismo y “snob”, mi querido Tío Tite tomó el control remoto y me hizo un paseo por los canales. Era la primera vez que conocía tantos canales. Eran 64 en total y sin dudas que aquella experiencia me cambió la perspectiva de la televisión, cuya referencia hasta ese momento era la local.
Tan pronto pude, unos años más tarde, ya trabajando como periodista, me hice cliente de Telecable Nacional (entonces no era de Tricom, como ahora) y creo que su fundador era un señor de apellido Florentino.
Recuerdo la rueda de prensa en que se anuncio la adición a la programación de un canal de películas llamado TNT, que ahora es mi favorito. El líder fílmico de la casa.
El telecable me ha permitido tener en casa cuanto deseo: diversión, información, arte, documentales, desportes. Realidades lejanas que me llegan servidas audiviosualmente de la mejor manera.
Mis canales preferidos: TNT, Cinemax, TCM, Film Zone (en películas); Discovery, History Channel, Animal Planet (documentales), CNN (noticias), ESPN (deportes), Bio (biografías),
Ahora Telecable, para ponerse a tono con la intensidad de la competencia que tiene como líder, organiza su programación en base a bloques temáticos, lo cual nos facilitará el disfrute del servicio.
Estos cambios aplicarán tanto para la programación Básica como la programación Premium; los mismos estarán organizados en 14 bloques temáticos: canales locales, de noticias, deportes, culturales, musicales, infantiles, internacionales (étnicos) , de variedades, religiosos, anime, películas y series, así como canales Premium, de adultos, "pay per view" y música digital por cable.
Pienso que la vida sería muy pobre sin el Telecable.
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