Esta es su respuesta a Rafael Vargas en torno al incidente en el Teatro Nacional durante la frustrada entrevista con Pedro Guerra para su libro Palabras Ajenas (II).Me parece interesante dar seguimiento a este caso. Lo que le ha ocurrido a Vianco no puede repetirse. Hubo un mal manejo que yo sostengo que comenzó con la vacilación de parte del equipo de Guerra y particularmente de María, su agente. Ningún artista está obligado a dar entrevistas . Si no había tiempo se le debió decir que no desde el principio. Luego, los hechos que implicaron su sacada a la fuerza de la sala principal del TN, han sido lamentables.Noto que el caso no ha recibido el despligue que merece.Esta es su versión.
El Colegio Dominicano de Periodistas emitió una declaración que deseo conozcan .... La transcribo en la ampliación de este post. Hoy estaremos acompañandole por parte del CDP...
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El respeto que te has ganado en el largo ejercicio de un periodismo que prácticamente ha hecho escuela en una de las vertientes de la comunicación social, casi me obliga a hacerte destinatario de estas precisiones.
Lo hago en respuesta a la andanada de mentiras mal coordinadas que te mandó recientemente Rafael Vargas, el jefe de la cuadrilla de espalderos que actuó la noche del concierto de Pedro Guerra, que es la misma persona que dirigió esa acción infame y desproporcionada.
Ante todo, gracias del alma por el apoyo y la solidaridad que me has ofrecido en este momento difícil.
1. Yo no me infiltré en la Sala Principal del Teatro Nacional. Infiltrar, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es entrar subrepticiamente en un lugar con propósitos malsanos. Yo entré al edificio del Teatro Nacional para hacer una entrevista, respetando todas las reglas de la cortesía. Pedí permiso y me lo concedieron, dije buenas tardes y me respondieron. Nadie me detuvo, nadie me recriminó mi presencia y nadie me planteó ninguna restricción.
2. Es absolutamente incierto que los espalderos de Saymon Díaz dijeran “por favor, tiene que acompañarnos al lobby”. No. La cosa no fue tan maravillosa como él la cuenta. Desde el primer momento, Rafael Vargas estuvo profiriendo amenazas y haciendo galas de una soberbia desbordante.
3. Tampoco es cierto que fuera tan simple como “lo levantamo.s lo tomamos por el brazo y lo levantamos del asiento y procedimos a sacarlo de la sala”. El momento no fue tan maravilloso como él lo está planteando. Fue de la siguiente manera: él no me levantó por brazo, él me levantó por el cuello, luego de que me hiciera fuerza como si me estuviera ahorcando. Después que me sacó de la silla por el cuello, me puso violentamente en el pasillo, y allí, hecho una furia de arrogancia, me empezó a retorcer el brazo izquierdo sobre la espalda. Y así, en esas humillantes condiciones, me llevó a la fuerza al lobby, de allí me condujo al pasillo norte de la edificación y, después de recorrer un pequeño pasillo que hay por esa área, me saco, siempre a la fuerza, por la puerta que da al parqueo de la calle Pedro Henríquez Ureña.
Una cosa debe quedar clara, amigo Joseph Cáceres, y es que si yo me hubiera resistido, con el derroche de arrogancia desatado por aquellos hombres y con toda la violencia que caracterizó en todo momento su comportamiento, puedes estar seguro de que hoy no te lo estuviera contando.
Toma en cuenta que mientras ellos tenían la fuerza bruta, yo tenía una libreta y una grabadora.
Considero que, más allá de lo que constituye un incalificable atropello a la persona y un evidente ultraje moral, allí hubo un impedimento intencional a un ejercicio consagrado constitucionalmente en este estado de derecho, como lo es el derecho a la información y al ejercicio periodístico.
¿Quien dijo que la libertad de informar, en este caso, la libertad de hacer una de las acciones previstas para hacer efectivo ese derecho, puede estar en manos de personas armadas, que ni siquiera eran autoridad del Teatro Nacional, y que están mas cercas de la condición paramilitar que de la condición institucional? ¿Quien lo dijo?
Es imposible buscarle palabras bonitas a un acto tan feo, tan bochornoso, tan degradante, tan inedeseable y tan desporpocionado.
Creo que esta es una oportunidad para hacer valer el derecho que tiene el periodista de acceder a las fuentes de información, y con ello, decirle a la sociedad que nuestro oficio -el oficio de buscar historias para contarlas- tiene dignidad, y esa dignidad hay que respetarla.
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El respeto que te has ganado en el largo ejercicio de un periodismo que prácticamente ha hecho escuela en una de las vertientes de la comunicación social, casi me obliga a hacerte destinatario de estas precisiones.
Lo hago en respuesta a la andanada de mentiras mal coordinadas que te mandó recientemente Rafael Vargas, el jefe de la cuadrilla de espalderos que actuó la noche del concierto de Pedro Guerra, que es la misma persona que dirigió esa acción infame y desproporcionada.
Ante todo, gracias del alma por el apoyo y la solidaridad que me has ofrecido en este momento difícil.
1. Yo no me infiltré en la Sala Principal del Teatro Nacional. Infiltrar, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es entrar subrepticiamente en un lugar con propósitos malsanos. Yo entré al edificio del Teatro Nacional para hacer una entrevista, respetando todas las reglas de la cortesía. Pedí permiso y me lo concedieron, dije buenas tardes y me respondieron. Nadie me detuvo, nadie me recriminó mi presencia y nadie me planteó ninguna restricción.
2. Es absolutamente incierto que los espalderos de Saymon Díaz dijeran “por favor, tiene que acompañarnos al lobby”. No. La cosa no fue tan maravillosa como él la cuenta. Desde el primer momento, Rafael Vargas estuvo profiriendo amenazas y haciendo galas de una soberbia desbordante.
3. Tampoco es cierto que fuera tan simple como “lo levantamo.s lo tomamos por el brazo y lo levantamos del asiento y procedimos a sacarlo de la sala”. El momento no fue tan maravilloso como él lo está planteando. Fue de la siguiente manera: él no me levantó por brazo, él me levantó por el cuello, luego de que me hiciera fuerza como si me estuviera ahorcando. Después que me sacó de la silla por el cuello, me puso violentamente en el pasillo, y allí, hecho una furia de arrogancia, me empezó a retorcer el brazo izquierdo sobre la espalda. Y así, en esas humillantes condiciones, me llevó a la fuerza al lobby, de allí me condujo al pasillo norte de la edificación y, después de recorrer un pequeño pasillo que hay por esa área, me saco, siempre a la fuerza, por la puerta que da al parqueo de la calle Pedro Henríquez Ureña.
Una cosa debe quedar clara, amigo Joseph Cáceres, y es que si yo me hubiera resistido, con el derroche de arrogancia desatado por aquellos hombres y con toda la violencia que caracterizó en todo momento su comportamiento, puedes estar seguro de que hoy no te lo estuviera contando.
Toma en cuenta que mientras ellos tenían la fuerza bruta, yo tenía una libreta y una grabadora.
Considero que, más allá de lo que constituye un incalificable atropello a la persona y un evidente ultraje moral, allí hubo un impedimento intencional a un ejercicio consagrado constitucionalmente en este estado de derecho, como lo es el derecho a la información y al ejercicio periodístico.
¿Quien dijo que la libertad de informar, en este caso, la libertad de hacer una de las acciones previstas para hacer efectivo ese derecho, puede estar en manos de personas armadas, que ni siquiera eran autoridad del Teatro Nacional, y que están mas cercas de la condición paramilitar que de la condición institucional? ¿Quien lo dijo?
Es imposible buscarle palabras bonitas a un acto tan feo, tan bochornoso, tan degradante, tan inedeseable y tan desporpocionado.
Creo que esta es una oportunidad para hacer valer el derecho que tiene el periodista de acceder a las fuentes de información, y con ello, decirle a la sociedad que nuestro oficio -el oficio de buscar historias para contarlas- tiene dignidad, y esa dignidad hay que respetarla.
CDP respalda Vianco Martínez
Alicia Ortega, y Manuel Vega
El Colegio Dominicano de Periodistas, por mandato de su asamblea, advirtió que se está registrando en el país una serie de acciones contra la labor periodística, resaltando los casos de Alicia Ortega, Vianco Martínez y el corresponsal en Hato Mayor Manuel Antonio Vega.
Dice una declaración emitida por la Asamblea General del CDP que estos tres casos indican que el ejercicio de un periodismo responsable y comprometido socialmente todavía no es aceptado en el rejuego de las ideas, contrastando con las directrices públicas que emiten los dirigentes de los tres poderes del Estado.
Mercedes Castillo, presidenta del CDP, indicó Vianco Martínez fue sacado violentamente del Teatro Nacional por miembros de la Seguridad del empresario Symon Díaz (Centauro Segurity Group), luego de habérsele prometido una entrevista con el cantante canario Pedro Guerra.
El caso será conocido mañana a las 9:30 en la Fiscalía del Distrito a partir de una querella de Martínez. El CDP ha puesto a sus abogados a disposición de Martínez.
“Estaremos acompañando a Vianco Martínez mañana en la Fiscalía e invitamos a los periodistas a acompañar a Vianco en su querella contra Rafael y Josué Vargas, señalados como las personas que lo sacaron violentamente del Teatro” se indica en el comunicado del CDP.
Sobre el caso de Alicia Ortega, el CDP indica que ésta difundió un reportaje, basado en querellas presentadas en la propia Fiscalía del Distrito, sobre una empresa que prometía empleos y que supuestamente no honraba ese compromiso , ofreciéndoles a las personas solicitantes que se convirtieran en vendedoras de la misma.
“Aun cuando Alicia Ortega no es miembro del CDP, es una periodista radicada en el país y que mantiene una conducta profesional seria e inobjetable frente a los temas que trata. Hemos estado ya en la primera audiencia de conciliación y la estaremos acompañando en lo que sea necesario” indica la presidenta del gremio profesional.
Mercedes Castillo indica que no menos grave son las amenazas de muerte que está sufriendo el corresponsal Manuel Antonio Vega, de Hato Mayor, por parte de narcotraficantes, algunos de los cuales han sido liberados por jueces de esa localidad.
“En este caso está en juego la vida de un comunicador responsable el cual actualmente corre serio peligro debido a que en Hato Mayor parece que la correlación de fuerzas, está favoreciendo la delincuencia y el narcotráfico” dice la declaración autorizada por la asamblea ordinaria del CDP del pasado sábado.
La presidenta del CDP advirtió que las autoridades judiciales y policiales en cada uno de estos casos, deben adoptar las medidas necesarias para que la justicia haga justicia (caso de Vianco Martínez) y que esa estructura no sea utilizada como un mecanismo de intimidación (caso de Alicia Ortega) y que se garantice la vida y el ejercicio periodístico de Vega, en Hato Mayor. )
Alicia Ortega, y Manuel Vega
El Colegio Dominicano de Periodistas, por mandato de su asamblea, advirtió que se está registrando en el país una serie de acciones contra la labor periodística, resaltando los casos de Alicia Ortega, Vianco Martínez y el corresponsal en Hato Mayor Manuel Antonio Vega.
Dice una declaración emitida por la Asamblea General del CDP que estos tres casos indican que el ejercicio de un periodismo responsable y comprometido socialmente todavía no es aceptado en el rejuego de las ideas, contrastando con las directrices públicas que emiten los dirigentes de los tres poderes del Estado.
Mercedes Castillo, presidenta del CDP, indicó Vianco Martínez fue sacado violentamente del Teatro Nacional por miembros de la Seguridad del empresario Symon Díaz (Centauro Segurity Group), luego de habérsele prometido una entrevista con el cantante canario Pedro Guerra.
El caso será conocido mañana a las 9:30 en la Fiscalía del Distrito a partir de una querella de Martínez. El CDP ha puesto a sus abogados a disposición de Martínez.
“Estaremos acompañando a Vianco Martínez mañana en la Fiscalía e invitamos a los periodistas a acompañar a Vianco en su querella contra Rafael y Josué Vargas, señalados como las personas que lo sacaron violentamente del Teatro” se indica en el comunicado del CDP.
Sobre el caso de Alicia Ortega, el CDP indica que ésta difundió un reportaje, basado en querellas presentadas en la propia Fiscalía del Distrito, sobre una empresa que prometía empleos y que supuestamente no honraba ese compromiso , ofreciéndoles a las personas solicitantes que se convirtieran en vendedoras de la misma.
“Aun cuando Alicia Ortega no es miembro del CDP, es una periodista radicada en el país y que mantiene una conducta profesional seria e inobjetable frente a los temas que trata. Hemos estado ya en la primera audiencia de conciliación y la estaremos acompañando en lo que sea necesario” indica la presidenta del gremio profesional.
Mercedes Castillo indica que no menos grave son las amenazas de muerte que está sufriendo el corresponsal Manuel Antonio Vega, de Hato Mayor, por parte de narcotraficantes, algunos de los cuales han sido liberados por jueces de esa localidad.
“En este caso está en juego la vida de un comunicador responsable el cual actualmente corre serio peligro debido a que en Hato Mayor parece que la correlación de fuerzas, está favoreciendo la delincuencia y el narcotráfico” dice la declaración autorizada por la asamblea ordinaria del CDP del pasado sábado.
La presidenta del CDP advirtió que las autoridades judiciales y policiales en cada uno de estos casos, deben adoptar las medidas necesarias para que la justicia haga justicia (caso de Vianco Martínez) y que esa estructura no sea utilizada como un mecanismo de intimidación (caso de Alicia Ortega) y que se garantice la vida y el ejercicio periodístico de Vega, en Hato Mayor. )
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