Esta es una mujer que decidió salir a la calle a ganarse el pan de sus hijos. Y no le ha importado que la gente se sorprenda al verla con este oficio. Foto: joserafaelsosa.com
La presión económica y las cargas que la sociedad ha echado sobre las mujeres las obliga a ejercer oficios y trabajos que nunca antes habían desarrollado.
Y una de las vías abiertas para trabajar es el mercado informal, sin importar que ciertas funciones dentro de ese ámbito hayan sido predominantemente masculinas.
Esta mujer que frie y vende empanadillas en su triciclo, recorriendo la zona universitaria, la encontramos en las próximidades del Colegio Médico Dominicano.
Llamaba mucho la atención por cuanto rompía con valor todos los esquemas de quienes hacen este trabajo, regularmente hombres delgados, vestidos de cualquier manera, y con el acento ausente de detalles y belleza que ponen los varones a las labores productivas.
Ella se veía orgullosa con su paso altivo llevando su mercancía.
En una parada, la venderoda de empanadillas, saca un manojo de su mercancía.
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