Iván García cuestiona a Sosa

Querido artista:
Por respeto a tu derecho a la réplica, estoy publicando completa tu carta a Clarissa Paulino, la productora de El Graduado, incluyendo las aseveraciones personales que cuestionan mi calidad de persona.
Me siento halagado que te hayas referido a mi persona con motivo de un comentario (no soy crítico, como has resaltado ahora) porque durante los 12 años que tengo elogiando tu trabajo, nunca lo habías hecho, ni tenías que hacerlo. Era un deber reconocer todas tus buenas actuaciones. Entonces no se escribían cartas cuestionando mi trabajo.
En esta oportunidad dediqué 8 o 10 líneas para comentar que no actuaste en esta oportunidad al nivel de la calidad que me tienes acostumbrado. No me agradó la actuación y lo dije. También comenté sobre otras actuaciones que no me agradaron.
No tuvo nada que ver con los problemas que ya venían en el proceso del montaje. Ni sabía nada de los precedentes.
Me tocó la Lotería.
No tengo relación de trabajo con la producción (si siquiera se quien estuvo a cargo de las Relaciones Públicas de ese trabajo y creo que comentar espectáculos y hacer relaciones públicas a esos espectáculos, es incompatible éticamente, para mi cuando menos).
Te reitero que no me agrado tu actuación en esos personajes. Es un derecho que tengo como periodista,comentarista o como se desee calificar. El ego no permitiría jamás decir "Creo que debí haber actuado mejor" . Nunca será así, querido amigo. Nunca.
Lo que se produjo luego, no tiene nada que ver con este servidor y lamento el manejo que, de parte y parte, se le ha dado.
Los actores y actrices que vieron tu actuación desde el punto de vista técnico, tendrán su propio juicio. Si tuvieras la confianza uno de esos artistas del teatro, pregunta qúe le pareció tu actuación. Tú no eres lo que mostraban esos personajes. En el fondo es mi exigencia de calidad a ti, la cual reitero.
Deseo que el impasse termine ya en paz. Que se te paguen los honorarios que te correspondan y que sirvan a ambas partes para revisar sus criterios y actuaciones.
Los periodistas tenemos, a veces, que pagar muy alto la crítica a los artistas. Es una relación difícil y veleidosa.
Con el afecto de siempre no varía en lo más mínimo por diferencias de criterio. Tengo la claridad espiritual para no empañar una relación profesional y personal de respeto, aun cuando reivindico el derecho a la diferencia en la apreciación de las expresiones del arte.
José Rafael Sosa
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CARTA A CLARISSA PAULINO.
Muy respetada Doña Clarissa: Realmente es penoso que no haya sido posible entendernos. No he ignorado su posición de productora general y poseedora de los derechos de El Graduado. Simplemente usted me contrató para que fuera el Director de la obra y yo conozco ampliamente los deberes y derechos de esa posición que usted parece ignorar, repudiar o confundir con el acto de producir un espectáculo de otra índole.
Estas diferencias no las he inventado yo, EXISTEN, y las he respetado siempre. Sí, me molesta que sean ignoradas mis prerrogativas legales y, definitivamente, no acepto que me sean impuestos caprichos, dislates o ignorancias Siempre respeto la opinión y las visiones de los demás y aplaudo el esfuerzo, tiempo y dinero que cualquier persona invierta en bien de un buen proyecto.
Escucho y acepto lo que sea si encuentro bondades en ello, y si no van contra la calidad, según yo la entiendo. Y esto puede testificarlo cualquiera que haya trabajado conmigo. Como usted dice, fui recomendado por Franklin Domínguez, quien conoce mi sistema de trabajo, y acepté a colaborar con el proyecto (a menos de un mes del estreno) por que me molestó que los hubieran dejado “colgados”, aunque no sabía las razones por lo cual esto había sucedido.
Pero la verdad que no todo estuvo muy claro. Parece ser que usted tiene la memoria corta o manipula la verdad a conveniencia personal. En la oficina del Director General de Bellas Artes usted me dijo que le habían recomendado a Augusto Feria para hacer los personajes pequeños o uno de ellos, no lo preciso bien; pero que María Castillo se había referido a él de manera peyorativa, y que además le parecía muy pequeña parte para un actor profesional. Agregó que le gustaría que yo los hiciera y yo le respondí que luego que leyera la obra le respondería sobre este asunto y sobre los actores que debían completar el reparto.
Pensando en la cortedad del tiempo y en la dificultad de conseguir intérpretes buenos considerando las actividades del Festival Internacional, pensé que sería más fácil asumir yo la responsabilidad de los personajes incidentales, y así le comuniqué mi aceptación de su propuesta, sin decirle que pensaba cobrar por ellos, considerando que con eso contribuía a reparar la imagen nacional y a reducir los gastos de producción.


A los tres primeros personajes no les agregué una sola coma. Rehice la escena de la sacristía que resultaba larga, pesada y casi imposible de montar, y para reducir el extenso y repetitivo diálogo le agregue unas muy cortas líneas al “cura”, las cuales explicaban lo que sucedía en la iglesia y le agregaban gracia a ese diálogo, repetitivo y sin ninguna calidad literaria.


Desde que los actores lo leyeron certificaron entusiasmados que había salvado la escena, lo cual fue reafirmado de manera entusiasta cuando realizamos el bloqueo. Continuando con los personajes, no “insisto en exagerarlos cada día”, como usted dice doña, y eso me reafirma en que es patética la osadía de la ignorancia. Yo actúo teatralmente, no televisiva o cinematográficamente; lo cual intenté implementar con algunos del reparto, obteniendo tan solo un relativo éxito en mi cometido. El tiempo no daba para más. Que usted no entienda esto no es realmente problema mío y si se refiriera a todas las reseñas (no críticas) publicadas pudiera comprobar que así es.

Pero no, habla de dos de ellas: la de Sosa, el mismo que se refiere al cuerpo de una actriz como reconstruido, lo cual indica el tipo de persona que es, y la otra, de Quiñones, quien la noche del estreno me comunicó que esa última entrada del cura debía suprimirse por que robaba la atención en la escena, lo cual no era mi propósito. Observe que no se refería al personaje completo, si no a la tercera entrada a escena de éste. Pero de nuevo usted intento utilizar la verdad a su beneficio. Usted simplemente me da la razón cuando dice que “contrario a como se promociono en México y Argentina, esta no es una Comedia sino un Drama”. No sé si estaba allí o no lo recuerda: pero exactamente dije eso en la primera lectura que tuvimos de la obra, y recuerdo que comentó que su hijo hasta había llorado por que finalmente podría hacer el personaje como él lo había concebido, lo cual se mantuvo en todo momento.


Pero resulta que “drama” es ese estilo intermedio entre la tragedia y la comedia, y algo que lo caracteriza es la estatura real de los personajes que oscilan entre la dignidad y la ridiculez del ser humano. Hay tres personajes, llamémoslos dignos: Señora Robinson, Benjamín e Elaine. Los otros, incluido el Señor Robinson, pertenecen al género “ridículo” como los cataloga Ben, y deben ser actuados en consecuencia. En ese sentido la obra tiene mucho de crítica social y de sátira de un momento de la vida pasada.


Le explique en la desafortunada reunión que tuvimos en la oficina de Lina y luego lo repetí frente a los actores cuando usted abruptamente interrumpió la reunión de “ablandamiento temperamental” con los actores: el trabajo directo del Director termina con el ensayo técnico y entonces pasa a ser responsabilidad de la regiduría, o sea de Nancy en este caso. Esto tampoco lo inventé yo, ES ASÍ. Sin embargo usted insiste en decir que “me di cuenta de que usted no estaba allí como Director, sentadoobservando el desarrollo de ese ensayo general sino que eran mas importante sus papeles incidentales, por lo que no se pudo dar cuenta de todos los problemas técnicos y muy en especial de las deficiencias de la iluminación, que de no haber estado yo y mi Productor Asociado, Juanjo Ubiria, sentados observando como público, hubieran destruido elmontaje y éxito del estreno.”


Lo primero, no necesito de usted ni de Juanjo para descubrir problemas (ya había organizado una sesión de trabajo con los técnicos para corregirlos. Y, ¡por Dios!, no eran mis personajes los que importaban, yo puedo hacer una obra sin ensayarla previamente, créamelo o pregúntelo a quien quiera, simplemente era necesario que los demás se acostumbraran a un diálogo que, de nuevo, por problemas con el tiempo, habían sido un tanto descuidadas. Esté usted segura que de no haber estado yo en escena en ese momento esas escenas hubieran sido desastres.


El que decide sobre los ensayos es el Director y usted dentro de su prolongado monólogo asumió esa prerrogativa. A usted no le asiste ningún derecho al respecto. Si me contrató tiene que confiar en mi calidad como profesional y en mi experiencia. Pero usted insistió en hacer un ensayo horas antes del inicio de la obra y ya vio los resultados que obtuvimos. Y llegamos a un punto realmente álgido. Además de lo ya expresado, no quería o no podía ensayar por mi estado de salud que usted conocía.


Pero usted dice: “De ese ensayo, ya todos sabemos cual fue el resultado y su falta de autoridad al no enfrentar a tiempo y no intervenir en la discusión entre las actrices (Las negritas son mías). Le tengo mucho respeto al ser humano; pero en este momento hizo explosión el histerismo, producto de un enfrentamiento de experiencias que se veía venir desde el principio, y fue acicateada por la impulsividad ciega de su imposición que enturbió la armonía que hasta el momento había logrado mantener.


Y el modo regular de dominar la histeria son las bofetadas, ¡algo a lo que yo nunca recurriría! Puede jurar que en mis cincuenta y cuatro años de experiencia nunca padecí de nada parecido. ¡Falta de autoridad, dice usted! Debería lavarse la boca con jabón. La autoridad se demuestra con la calidad del trabajo, y en ningún momento he pretendido ni pensado en ser un domador, como me parece que le gusta ser a usted. No es ninguna pena que yo hable de mi experiencia como tampoco que usted hable de la suya. El éxito en la vida se debe mayormente a ella y ambos hemos tenido muchos. No dudo de su trayectoria como profesional de 35 años en todos los campos en que se haya “desenvuelto aquí y en cualquier otro país”. Como tal la respeto. Pero, me pregunto o le pregunto, ¿incluye esa la experiencia teatral? Una de las características muy marcadas de mi personalidad y mi vida es el respeto a todo el mundo, y de esto da testimonio el amor que me tienen los que han tratado conmigo.


Mas creo que “el respeto al derecho ajeno es la paz”, y no fui yo quien mancilló esa gran verdad. Realmente es ridículo lo que usted dice para quitarse la piedra en el zapato que constituyo en su devenir. Cito: “Y como Usted mismo dijo en la ultima reunión que sostuvimos, a partir del debut es la Regidora quien esta en control de la situación, he decidido prescindir de sus servicios como Actor, por entender que esos papeles tan insignificantes deben ser representados por alguien de menor importancia y renombre, como se concibió en el libreto original, para evitar desvirtuar el sentido de la obra y enfocarnos en los protagonistas que son la Sra. Robinson y El Graduado.” De nuevo la ignorancia: no es después del debut es a partir del ensayo general, y es obligación de ¡hasta de la producción!, respetar lo conseguido.


Nadie, y mucho menos la regidora puede tomar decisiones ulteriores sin consultar al responsable del montaje. Otra artimaña con la verdad es que “hoy se hacen efectivos los cambios de actor”. No es así: hoy sólo se quita la máscara para anular lo que usted considera competencia para sus protegidos. ¿Usted cree que trata con un estúpido, señora? ¿Piensa que no observé la presencia del “judas” desde un día antes del ensayo general? Pero eso no me quita el sueño, Clarissa, porque no agregan nada importante en mi currículum esos cuatro pedazos de personajes. Lo que sí me da pena, y eso porque les he tomado admiración y cariño a Fedra y a Alexander, es que usted piense que rodeándolos de actores mediocres les hace bien.


Lo que produce la excelencia y el agrandamiento en el arte es la honesta competencia y el enfrentamiento con los difíciles. Ya Fedra y yo nos habíamos referido a ese hecho la noche de la discusión, cuando creo que logre calmarla. Y hago otra cita, interesada esta vez: ...”Sr. García, le agradecemos muchísimo su aporte como Director y como tal le haremos llegar en esta próxima semana, a travésdel común amigo Dr. Franklin Domínguez, el pago de sus servicios.” Espero que recuerde que la suma que usted me ofreció y yo acepté fue RD$ 150,000.00, lo que me dijo que había ofrecido a la Castillo.


Para cerrar esta desagradable carta que me ha llenado de insatisfacción, le afirmo que se le fue lamentablemente la mano al solicitar a la máxima autoridad del teatro que no me dejara entrar “a mi casa”, entiéndase a Bellas Artes. Por supuesto esto él no lo haría nunca. Ese tipo de abusos de poder nos recuerdan los afortunadamente pasados tiempos de Trujillo. No se atemorice: para evitar rozamientos (obviamente orales) me mantendré alejado de su presencia, como decisión absolutamente personal.


Sin embargo le agradeceré que autorice a la Sra. Hoepelman a que lleve mis pertenencias a su oficina para pasar a buscarlos cuando me convenga y usted no esté cerca (probablemente el lunes en la mañana). A excepción de la dos de las pelucas (la rubia es mía), la sotana, un reloj y unos lentes, todo lo que hay allí me pertenece. Gracias.
Atentamente,Iván García Guerra

Director "EL GRADUADO"

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