Una gallera tan reducida que apenas caben diez hombres, sorprende al caminar por Los Cacaos, San Cristobal. Foto de Jose Rafael Sosa
En los campos, la gallera es un eje lúdico obligatorio. Artesania de la muerte. Crueldad socialmente admitida contra estos nobles animales emplumados, predispuestos genéticamente a la confrontación extrema, hasta dejar al contrincante sin vida o entregar la propia en su último aliento.
Similares a los coliseos de la gran Roma imperial, las galleras son circulares y en ellas se disfruta del espectáculo de la muerte. La gallera es atractivo y crueldad, cultivada con cada cuidado, con cada recorte, con cada espuela comprada para que penetre mas hondo.
El de los gallos es un juego estrictamente machista. Es una actividad preñada de testosterona tan varonil como insustancial y absurda en su sentido de competencia.
No hay punto de monte adentro en que este ausente la gallera, espacio cruel de peleas a muerte de los gallos que, a fuerza de espuelas y picotazos, hacen que las papeletas cambien de mano.
Esta es la gallera mas chiquita que hemos visto jamás. Con un diámetro de cinco metros, techo de plástico y espacio para ocho o diez hombres, aquí se juega la vida del gallo y el dinero que a duras penas circula en estos campos. Esta en Los Cacaos, San Cristóbal.
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