(Ver galería) Fotos de Giordano Sosa Hernández.
El
Circo Eloise está evidentemente mal nombrado. No se le llama correctamente.
Porque NO es un circo. Ni hay payasos ni animales abusadoramente amaestrados y en cautiverio. Eloize es más que ese criterio circense condenado ya por todas las organizaciones defensoras de animales y la expresión de rechazo a la risa automática y falseante provocada por la torpeza fabricada de los payasos, necesitados, casi todos, de una actualización en su misión e imagen.
El juego con el agua es un llamado a la vida. Eloice se las trae en Rain.
Se trata de la integración de doce artistas-atletas- que girando en torno al concepto del amor y la nostalgia, coordinan sus talentos para presentar un espectáculo que, como Rain, nos lleva a reflexionar en serio los límites físicos de la habilidad humana y que cambian la referencia de lo que el cuerpo puede dar en función de un libreto inspirador y cargado de magia y aliento lúdico en cada uno de sus detalles, en cada una de sus rutinas, en cada expresión escénica. Tras caer el telón el público queda con la satisfacción de haber disfrutado de un imposible.
Perfección y equilibrio conforman la armonía de un espectáculo inusual.
Los circos, en su imagen tradicional, han abandonado el uso de animales amaestrados en cautiverio (situación abusiva e inaceptable) y los payasos que, a partir de una torpeza pre-fabricada escénicamente, provocan la risa sin sentido y sin un concepto que les de forma.
El Circo Eloize radica en el moderno concepto de espectáculo enmarcado en un concepto inteligente y tierno.
La imagen evoca el vuelo de las aves.Una trapecista cautivadora.
En muy raras oportunidades, la magia, la ilusión y el sentido de espectacularidad, esa que evita el viejo acento circense que marcan los animales amaestrados y en cautiverio y la casi inevitable imagen del payaso que hace de torpe exprofesso, para montarse, con sorprendente dignidad, en la estela formada en el firmamento, por la aparente simplicidad escénica, la capacidad del cuerpo humano llevado por el entrenamiento al máximo de sus capacidades y la posibilidad de girar con armonía en torno a un concepto que abre sus cortinas el lenguaje del amor por medio del acto casi imposible de creer que sea posible.
El humor tiene otra forma de manifestarse en el Circo Eloize.
Eso, y nada más que eso, es el Circo Eloize.
Iniciadas anoche sus presentaciones en el Teatro Nacional, narrado por su director y sus ejecutante en un gracioso y amigable español, en el fondo de todo, Rain, el espectáculo presentado, es un canto a amor ejecutado con las limpias acrobacias del nuevo sentido del circo contemporáneo, es del cual el Cirque du Soleil, que comparte la ciudad y tareas de montaje común en oportunidades, es ejemplo reconocido localmente gracias a una maravilla cotidiana llamada televisión por cable y a la fluidez de la información internacional.
Estos doce seres humanos viven lo que hacen. Lo disfrutan tanto o más que el público. Su relación con los espectadores, trasciende la vinculación público-artistas. Envuelve el mensaje que comparte en torno a la mezcla de ternura, amor, destreza, habilidades excepcionales, cultivadas por muchos años de estudio y práctica de las artes del circo moderno.
La mujer tiene un papel estelar, aportando fuerza y armonía vital.
Elize desarrolla su propio estilo marcado por la capacidad corporal de sus ejecutantes y e imaginativa por parte del creador de Rain, Daniel Finzi Pasca, un artista intenso, de alma suavemente azul quien, como el conjunto del equipo de los otros once talentos que logran en escena lo que usted no admitiría si se lo contaran, tiene la virtud de poner un poco de encanto inolvidable y de marcar la pupila y el alma de quienes tengan el privilegio de ver Rain, homenaje al amor, a la nostalgia, a la vitalidad.
Carlos Sánchez debía tener un sitial aparte en la humor nacido de la inteligencia. A la derecha otro número de las trapecistas.
Iniciado con timidez mediática y personal,
Carlos Sánchez ha ido creciendo hasta establecerse en definitiva como la principal figura del humor conversacional y el chiste por encima de las inteligencias promedio.
Apoyado en una voz que tiene tinte familiarmente aceptable. El artista del humor con sentido, mostró anoche lo que era una intervención incisiva, amena y con gran sentido de conocimiento sobre los circos modernos.
Se lució. Empatizó a fondo con la gente. Justo lo que se necesitaba el público: un aperitivo que dejó deseando más.
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