Una lección de teatro auténtico. Icaro tiene mucho que dar



Tras disfrutar con la lección del teatro del absurdo que  resulta el montaje del Teatro Icaro  en Teatro Guloya, hago conciencia de que el  teatro local vive momentos culminantes en la necesaria sucesión de figuras estelares y lo sorprendente es que ese proceso se hace por parte de quienes están establecidos y con un reconocimiento por su obra. 
Agradable encontrar que quienes abren puertas a los nuevos valores, son sus colegas con mayor trayecto recorrido. La obra volverá a ser repuesta  en Teatro Guloya y no se atreva a perdérsela.

Tres actores, una directora joven y un texto que representa un  estremecíente desafío  debidamente aceptado por Cindy Galán, Richardson Díaz y Johanna González, con la dirección de Indira Brito.

Ellos cuatro fueron  capaces no sólo de enfrentar el reto de montar  con ritmo y dignidad una pieza del francés-rumano Eugene Ionesco, La lección, publicada como texto en 1950, para enjuiciar el anacrónico sistema educativo de su tiempo, críticas con ramalazos de vigencia al día de hoy,  sino de lograr una representación intensa, fiel al espíritu de su texto y con altura en sus vertientes interpretativas.



El corto promocional de televisión de La Lección

Tienen los tres personajes (El profesor, la alumna y la sirvienta) vidas entrelazadas en su propia vinculación,.aparentemente sin sentido, demandando simultáneamente apego al texto, lineas  de personajes construidos desde lo interior, sentido del seguimiento coloquial y conciencia de peso que impone una dramaturgia de primer nivel.

Nada de juzgarles con condescendencia por su novedad y su relativo escaso referente mediático. El arte  escénico que hacen tiene calidad,  teniendo o no mecanismos de incidencia de imagen en los medios.  


Estos artistas no tienen ese mecanismo de incidencia y para los fines de hacer su arte con propiedad e intensidad, ni falta que les hace. No son soportados por maquinaria de mercadeo alguna. Valen por lo que aportan desde la desgarrada piel tras horas infinitad de ensayos frente a 300 butacas vacias, con la esperanza de alguna ver verlas ocupadas por un público que aplauda con delirio y disfrute.


El montaje, que vimos en el Teatro Guloya,- y que volverá a ser representada, por suerte de quienes no han disfrutado de la versatilidad y el ritmo que logran estos tres talentos, volverá al escenario en Teatro Guloya.

Al ver estos tres personajes, enhebrados en una trama tan absurda como hilarante, se siente el curso de un nuevo rostro del teatro.  

Teatro Icaro, con muy contados medios para promover su trabajo escénico, se revela como una de los nuevos sucesos del teatro. Garra, ímpetu, intensidad y desafíos adoptados seriamente, es el aporte que dejan estos artistas en escena. 

No se la pierda cuando sea anunciada nueva vez. Icaro es un nombre a ser tomado en cuenta. Les pedimos a los jurados de premios artísticos, que no se la pierdan. En internet, encontramos Otro Teatro Icaro.





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