Ramfis Trujillo, a noviembre de 1961,
marcada por la creciente resistencia popular a lo que quedaba de la dictadura
trujillista, tenia conciencia de que el fin físico del sistema opresor, se
acercaba.
En la Penitenciaría de La Victoria , estaban pesos
los hombres que ejecutaron al dictador.
Ramfis Trujillo ordenó para que esos seis hombrees fueran trasladados en una guagua celular a la Hacienda María.
La ilustración es tomada de la pagina La Venda Transparente, del arquitecto Raffi Genao.
El esperó el
vehículo vestido de civil, según narra en sus interrogatorios el entonces mayor
Américo Dante Minervino. Pedro Livio Cedeño fue sacado y conducido
en dirección hacia la casa. Fue colocado de pié, solo, frente a uno de los cocoteros de
espaldas al Mar Caribe. Le amarraron los brazos a la espalda y alrededor del
árbol, y lo esposaron de nuevo.
A quince pies de distancia, Ramfis y sus
amigos íntimos, todos de pié, en la galería de la Hacienda María
tomando tragos. Todos tenían ametralladoras. Bebían tragos, como era costumbre
cuando se encontraban, y mucho más cuando necesitaban reforzar el ánimo de cada
quien, sabiendo lo que iban a hacer.
Desde allí, el primero en disparar a un
hombre atado. Ramfis, junto a sus amigos,
sonrió cuando Pedro Livio cayó de lado y su cuerpo se detuvo en su
caía en un montón de yerba que había al pié del árbol.
Luego asesinaron a los cinco restantes: Modesto Díaz, Roberto
Pastoriza, Huáscar Tejeda, Salvador Estrella Sahdalá y Tunti Cáceres.
Un expediente
Los hechos en detalle de esta masacre, se han conocido
finalmente, con los nombres y apellidos de todos los involucrados, se han
conocido gracias a la publicación del libro
El Crimen de la
Hacienda María (Expediente
de Extradición de Ramfis Trujillo y compartes), que es un velatorio del
horror y la cobardía, en nombre de la “venganza personal” , en un hecho
ignominioso que sigue impune al día de hoy.
Tras muchas jornadas de localización, muchos
esfuerzos, muchos contactos, el Museo Memorial de la Resistencia y la Federación de Fundaciones
Patrióticas, acaban de presentar en forma de libro, el expediente completo de
la masacre de Hacienda María, ejecutada el 18 de noviembre de 1961, cuando era
indetenible el grito popular “¡Navidad con libertad!”. Pocas horas después de su
crimen, Ramfis escapaba del país hacia Francia, a donde había dado órdenes de
que se le comprara una casa por 300 mil dólares.
Los asesinos
Además del principal ejecutor, Ramfis
Trujillo, los otros implicados en la masacre fueron: Luis José -Pechito- León Estévez, el mayor Américo Dante Minervino Matías, (Comandante
de La Victoria ),
José Alfonso León Estévez, el sargento Pedro Julio Vizcaíno, (del Servicio de
Inteligencia Militar y secreto y uno de los custodios que llevó a los
prisioneros a la
Hacienda María ), el coronel Juan Disla Abreu y Gilberto
Sánchez Rubirosa, (hermano del general Tunti Sánchez Rubirosa).
En el expediente judicial, aparecen también
sometidos por el crimen: Antonio Marte Tejada y
Federico Cabral Noboa. Un testigo presencial, Víctor Alicinio Peña
Rivera, en ejercicio de una estrategia conocida
y para evitar se responsabilizara a todos los participantes, declaró que Ramfis había matado a todos. Algunos
de los responsables viven tranquilamente sus últimos años de vidas.
Los asesinados fueron : Huascar Tejeda Pimentel , Pedro
Livio Cedeño, Roberto Pastoriza Neret, Luis Manuel Cáceres Michell, Salvador
Estrella Sahdalá y Modesto Díaz Quezada. Fueron amarrados de pies y manos,
atados a los troncos de de unas palmas a la vista de la galería de la casa de la Hacienda María. Modesto Díaz, cuando lo iban a fusilar, gritó:
-"Viva la República ".
Tunti Cáceres, el joven mocano, insultó a Ramfis: -"¡Hijo de puta,
maricón, tú na má matas hombres amarraos, suéltame pa que tú veas!". No se
ha localizado aún donde llevaron los cuerpos debido al manto de silencio
solidario entre asesinos.
El único expediente judicial en torno a un crimen ejecutado fríamente por el trujillismo en sus últimos meses, no fue el de las tres Hermanas Mirabal, porque hubo otro, instruyendo de cargos a Ramfis Trujillo y compartes por la ejecución de uno de las masacres más vergonzantes y cobardes por la forma en que fue planificada y ejecutada y que, al igual que el primer hecho, perpetrado el 25 de Noviembre de 1960, no llegó, a hacer justicia.
Sus ejecutores lograron evadir las acciones judiciales, salieron de la cárcel, o nunca ingresaron a ella, los que fallecieron vivieron en el país o el extranjero y finalmente murieron tranquilos en sus camas, incluyendo sus manos llenas de sangre. Algunos aún viven sin que nadie les perturbe, en cumplimiento del axioma que establece que la única carencia fundamental de los pueblos, no se solo la educación.-También lo es la justicia.
Dinámica criminal
¿Y ahora?
Al parecer, la
única sanción posible a estos criminales, vivos o muertos ya, parece ser la que
emana de la denuncia del hecho. La acción judicial real contra quienes hayan
tenido responsabilidad, parece una quimera hasta que aparezca en el sistema
judicial, quien se decida a hacer “lo que nunca se ha hecho”, procurando
establecer responsabilidades en nombre de una sana administración de justicia.
Mientras tanto,
sus dolientes, no tienen ni siquiera sus restos ubicados para erigirles el
mausoleo que les corresponden.
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