En cine, como en la vida, hay de
todo. Se dan las equivocaciones de bulto al seleccionar tema, al escribir un guión o al
realizar un casting.
Hay películas que, al ser vistas, usted dirá "¿Cómo pudieron lograr esta muestra de genialidad?
Vea EL BALON ROJO
Hay películas que, al ser vistas, usted dirá "¿Cómo pudieron lograr esta muestra de genialidad?
Vea EL BALON ROJO
Hay, al momento de realizar un proyecto, extremos que van
desde las genialidades irrepetibles y
difíciles de aceptar como obra de la imperfecta mano humana, hasta horrendas producciones que insultan la
inteligencia o que desmeritan la obra de cualquier director. Hay producción promedio que, sin resaltar mucho,
cumplen con el cometido artístico y comercial a que deben corresponder.
El BalónRojo, un mediometraje de 34 minutos, a color realizado por el director Albert
Lamorisse, en 1956, cuando no había la facilidad que aporta la capacidad de
crear efectos de la tecnología digital, es una muestra del ingenio y la estética
a un nivel impensable para las condiciones en que se realizó.
La película ganó en
1957 y 1957 los más importantes premios de la época: desde la Palma de Oro de
Cannes, hasta el Oscar, el Gran Premio de Tokio, el Premio de la Crítica de NY
, los elogios de todos los críticos del mundo.
Y no es para menos. Casi sin diálogos y apelando a la fuerza del símbolo, el director logra llevar fortísimo mensaje sobre la inocencia, el derecho al disfrute, la critica a las autoritarias estructuras sociales, el desdén con que deja saber que la bondad y la inocencia son el mejor de los caminos.
Y no es para menos. Casi sin diálogos y apelando a la fuerza del símbolo, el director logra llevar fortísimo mensaje sobre la inocencia, el derecho al disfrute, la critica a las autoritarias estructuras sociales, el desdén con que deja saber que la bondad y la inocencia son el mejor de los caminos.
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