Un dominicano que ha sabido enfrentar su error: Julio de la Cruz

Parecería la suya es una historia tomada del argumento de una película. Lo que ha pasado Julio de la Cruz Arias ttras cometer una violación de la Ley en Estados Unidos, le ha costado más de lo que establece la ley. Su falta debia ser pagada con 5 años de cárcel. Fue condenado a 20 y ya tiene 12 años y 8 meses, sin conocer lo que es la libertad.

Este dominicano llega al aeropuerto Kennedy el 14 de Febrero del 2002, donde lo recoge un hermano. No tiene trabajo todavía.


El 18 de febrero, cuando hacía las diligencias para pagar impuestos pendientes (incom tax) y hacer el “afidavit” de sus ganancias que esperaba  el consulado norteamericano en el país a fin de procesar su residencia en EU, recibe una oferta de parte de otro dominicano, José Miguel Vásquez: ganarse unos cientos de dólares por custodiarle mientras lleva un dinero de un punto a otro, para lo cual le ofrece un arma. Aceptó y ese fue el mayor error de su vida. Lo admite.


A los cinco minutos, cuando va con Vásquez, quien lleva el dinero, los intercepta la policía, resultando que el dinero es procedente del narcotráfico y era una operación de lavado.  

La detención se produce en la calle 187 esquina Elm Place, en el Bronx. Vásquez asume la responsabilidad de llevar 5 kilos de cocaina, 74 mil dólares y una libreta de contabilidad, además de una balanza electrónica portatil. Este imputado confiesa  y  descarga de culpa  de De la Cruz, indicando que fue contratado para la seguridad de la operación, sin participar en su dirección operación.




Julio de la Cruz, con voz pausada y cargado de paciencia, refiere que fue golpeado durante el arresto sin que el intentara nada contra los agentes, fue esposado y se le siguió golperando, fue interrogado sin tener un abogado de densa presente  y fue presionado a firmar su declaración.


“He realizado cientos de mociones para reclamar por esas violaciones y cada una de ellas han sido negadas sin más explicación que la reiteración de las mismas atrocidades procedimentales” indica.



Julio de la Cruz dijo que fue sentenciado por las imputaciones de conspiración para distribuir cocaina, lavado de dinero, posesión de un arma ilegal y de asaltar a un oficial federal, por lo que en principio la juez Bárbara  S. Jones, de la Corte Distrital del Distrito Sureño de N.Y. m lo sentenció a 118 meses concurrentes,  más 60 meses, rechazando la condición de “Mínimo participante”.

Indica que la condena ha sido fundamentada en una responsabilidad que no le es propia: la de dirigir la operación de narcotráfico, pese a que su participación fue de un contratado y que el principal inculpado lo explica a las autoridades.

Apunta que su familia tuvo que hipotecar la casa para pagar el primer bogado de defensa y que no valió de nada. 
“He solicitado a las autoridades consulares de mi país, que soliciten una clarificación del caso y se encontrarán con absurdas incoherencias que me han llevado  a esta sentencia exhorbitante  similar a otros casos similares ganados en la Corte Suprema” .

Cita los juicios ganados por Santo Vs, EU, Gant Vs, Kentucky, Grawford Vs, Washington y Melendez-Díaz Vs, Massachouset, todos descargados por las mismas violaciones que -dice- tiene su caso.
“Me niego a aceptar que un pueblo tan democrático y luchador por los derechos humanos, pueda ser capaz de aparecer de apoyar como pueblo una acusación con estas violaciones”.

Indica que de acuerdo con la legislación, era pasible de cinco años de prisión y que fue condenado a 20, de los cuales tiene tras las rejas 12 y 9 meses.

“Han destruido no solo mi vida, sino también la de mis hijos . Ya el daño no es solo a mi persona física y por un error que cometí que no merecía una condena de tal magnitud. Han condenado mis descendientes. Tengo 4 nietos que no conozco. Agradezco a mi madre, apoyo fiel y firme” dice.

Explica que pese a la injusticia, al rechazo de todas sus mociones, se ha transformado en un reo ejemplar, ha hecho decenas de cursos técnicos y artesanales, y sigue pagando una culpa excesiva en un ejercicio judicial que puede estar sesgado por el prejuicio y la mala voluntad.
Pide  más respaldo de las autoridades consulares dominicanas,  de las que dice no han sido indiferentes al caso. Desea terminar con el drama.


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