Cuando se va una mujer buena: Mercedes Rosa, viuda Rosa


A Mercedes Rosa Vda. Rosa no la conocí nunca. Pero cuando leo las palabras que escribe William Galván sobre esta mujer buena, que vivió haciendo el bien, amando su familia y siendo símbolo de entrega y amor en sus más de 100 años de existencia, se tiene entonces la conciencia de que hay gente que llega al mundo para ser ejemplo y semilla.
Mercedes Rosa, viuda Rosa, pertenee a una familia cibaena, entre Santiago y La Vega, que desarrollo una vida como la que deberiamos tener cada uno: forjando generaciones con valores de trabajo, servicio y amor, gestando una familia ejemplar y solo vinculada a cada empeño porque la gente en derredor, sea la norma
Aqui les transcribo las emotivas palabras de mi amigo, el sociólogo y escritor, William Galván, describiendo la trayectoria famiiar de Doña Mercedes.
ORACION A UNA ALMA NOBLE.
Nació el 15 de agosto de 1912, en una aldea cercana a Santiago donde creció y aprendió a leer y escribir. Conocimientos que transmitió a su marido el agricultor Ramon Rosa –Pelao- y a sus hijos Roberto, Lesbia, Franklin, Barbara y Oscar.
A finales de los 50 cruzaron la autopista, La Capital - Santiago, por la finca de la familia Rosa Rosa, lo que abrió un promisorio panorama a esta familia. Con el pago que recibieron por las tierras expropiadas se mudaron a Los Pepines, para que los hijos estudiaran y disfrutaran de más oportunidades.
Pronto llamaban a su marido don Pelao, en lugar de Pelao a secas. Quien cambió la siembra de víveres y la crianza de animales por una pulpería y casas de alquiler. (Todavía en los 70 una de estas viviendas la pagaba el Pdte. Antonio Guzmán, habitada por una viuda de su hermano). Cambió el caballo por un reluciente carro americano. Cambió su bohío de madera y zinc del campo, por una robusta casa de block y granito, construida por un ingeniero. Era de las mejores casas en la calle Gral. Luperon, y Vicente Estrella. Pero no cambió de compañera de infortunio.
En los 60, los esposos Rosa y sus niños consiguieron visa americana y empezaron a viajar a Estados Unidos. Los hijos estudiaron en buenos colegios como el Iberia y el Evangelico de Santiago y en el Loyola de San Cristobal. Roberto, el hijo mayor abandonó sus estudios y emigró a New York. Franklin, se destacó como dirigente estudiantil en la Universidad Autonoma de Santo Domingo,fue profesor y Decano de la Facultad de Agronomia y Veterinaria. Oscar, se inscribió en la Universidad Catolica Madre y Maestra, y por su activa participación en el movimiento estudiantil fue expulsado, apenas en el primer año. Lo matricularon en la UASD y aunque estudiaba Ingenieria, escribió un trabajo de historia tan brillante que sirvió de modelo a los estudiantes. Era de los pocos estudiantes de allí que vivía en una confortable pensión y tenía carro privado. Por la influencia de su padre lo reintegraron a la Madre y Maestra donde termino la Ing. Electromecanica.
A principios de los 80 Oscar emprendió su anhelado sueño de instalar su propia fabrica, y con el respaldo de su padre, quien puso en garantía su patrimonio, fundó la empresa procesadora de alambres Acero del Cibao, donde han hallado empleo digno miles de profesionales y operadores. Se perfila como una empresa global que exporta buena parte de su producción. Allí laboran también, Franklin y Barbara.
El 16 de agosto del 2012, celebramos el centenario del nacimiento de doña Mercedes. Vinieron de Estados Unidos Roberto y su esposa Carmen, con su hijo Baby; Haydee, hija de Barbara, con su esposo Livio de la Cruz, fundador y dueño de la reconocida pagina Livio.com. Y ese día doña Mercedes, con un cerebro bien coordinado, aunque en silla de ruedas, dirigió unas palabras de agradecimiento, que sorprendió por su coherencia y lucidez.
El 31 de enero pasado, dejó de latir su noble corazón. Dejó el recuerdo de excelente persona, virtuosa esposa, ejemplar madre, correcta ciudadana, fiel católica.
Tuve la dicha de conocerla en l968 cuando estudiaba el bachillerato con su hijo Oscar, y pronto me convirtió, tal vez inmerecidamente, en su otro hijo. Aunque mediocremente, quise reciprocarle su infinita bonda, por lo que, en un mismo día, mis tres hijos Gabriel, Andiel y Anabel, perdieron a su madrina que los bautizó junto al venerable padre Antonio Lluberes, sj.
Descanso eterno y gratitud infinita a doña Mercedes Rosa Vda.
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