Para la cantaora del flamenco Concha Biulka su concierto anoche en Teatro
Nacional, fue un regalo a la alegría. Esta
mujer es única, sensible e inolvidable.
Concha Buika penetró al
escenario de la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional, con un
paso seguro y una amplia sonrisa cómplice, de esas que se ofrecen los amigos
que se conocen hace tiempo, pese a que nunca había venido.
Lo que hizo anoche
en el Teatro Nacional no fue tradicional
un concierto “ a casa llena”, ni “conquistó” a nadie con nada. Ella entregó
lo que tiene desde el tesoro de un estilo difícil y a dejar una marca en el
alma de quienes acudieron a la cita.
El valor adicional al de su arte
sorprendente, adjunto a su al color
grave y aguardensoso de una voz única, que lo
impregnaba todo, ese fue la muestra de cuán intensamente
alegre se puede vivir tan solo por amar por se hace lo que se
hace.
Para el país esta mujer, en su
primera visita al país, el valor de todo consistía en al festejarse en su
cantar y en su vida.
Su estilo entregado vuelo libre del
flamenco, gracias al color de su voz, su carisma en escena y el signo de
alegría de vivir en que se ha transformado, llegó con esa naturalidad a la
gente.
Negra, hermosa, tatuada con 12 nombres en
su brazo izquierdo, bebiendo a sorbos, hizo un alto para hacer brindar con
palabra sentida e inteligente, mostrando sencillez y profundidad
y rebeldía, todo en la misma receta.
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