El
maestro mundial del saxo Igor Butman, su
Moscow Jazz Orchestra y la vocalista
dominico-rusa Fantine transformaron lo que debió haber sido una
jornada artística y benéfica, en una de las jornadas de arte musical y vocal más
inolvidables del Teatro Nacional.
Igor
Butman es probablemente la estrella musical más importante del jazz ruso, lo
que mostró tanto por su capacitad interpretativa, su dirección y la actuación
de sus solistas prodigiosos.
La
fuerza y la magia de los saxos y
trompetas en manos de sus 15 músicos
rusos, una de las agrupaciones de mayor prestigio mundial y que por su
trayectoria ha sido seleccionada para participar en la ceremonia inaugural de
los próximo juegos olímpicos de Sochi (2014), junto al carisma de Fantine Pritoula,
hija de una dominicana y padre ruso, educada musicalmente en Europa y
quien canta fluidamente en ruso, español, inglés y francés, transformaron la
jornada de juegos y sonidos, en los que
primó una voz encumbrada saliendo de un esbelto y bien vestido cuerpo, en
tiempo que marca el alma.
Elegante,
talentosa y afinadísima, intensa en su entrega a las canciones, mostró un
talento notable, que conquistó al público, sobre todo cuando hizo La Quiero a
Morir (que popularizara Sergio Vargas) y Como un Bolero (de José Antonio
Rodríguez), a lo que adjuntó sus lances vocales en piezas del jazz más intimista.
Es compositora y su arte vincula lo latino o el cantar del alma soul, del
afroamericano sentir siempre emotivo, siempre marcador del alma.
La
función, la penúltima de la gira por nueve ciudades de la orquesta rusa, se realizó
a beneficio de la Fundación Nido Para Ángeles que trabaja para los niños con
parálisis cerebral. De Santo Domingo partió de madrugada para actuar el martes
21 en New Orleans.
El
concierto fue mucho más de lo esperado.
Esta función
pudo bien haber sido ser una excelente
velada de jazz al nivel de los saxofones rusos de mejor prestigio internacional;
o pudo haber sido, igualmente, la oportunidad para sentir como se inflamaba el
orgullo localista al disfrutar del debut de una vocalista domínico-rusa,
solista para jazz, bolero y balada, en aquel festín de armonía y
sonoridad.
Tampoco
fue este evento una necesaria, solidaria y vital acción de recaudación de fondos
para una fundación que como Nido para Ángeles, requiere de fondos para
ampliar su trabajo a favor de la niñez con parálisis cerebral.
Aquello
fue el arte del instrumento y la voz, en función del amor y el servicio, tal
cual debía ser siempre.
La Fundación
Nido de Ángeles que trabaja a favor de la niñez con parálisis cerebral,
presidida por Mónica Despradel, de cuyo trabajo se difundió un documental en
que se expone el trabajo, con testimonios de las familias beneficiadas y
finalizando con una emotiva canción interpretada por José Antonio Rodríguez,
cantautor dominicano y actualmente Ministro de Cultura.
La
labor de Nido de Ángeles necesita de mucho respaldo material y logístico. Se
puede contactar al 809 412 7392 y al correo nidoparaangeles@gmail.com. Su página www.nidoparaangeles.com
El
aforo de la principal sala de presentaciones del país se llenó como pocas
veces. Igor Burman tiene un prestigio ganado como instrumentista, como director
de 16 músicos rusos del nivel más elevado que en técnica y virtuosismo se pueda
logar y la oportunidad para verles, era única.
Fantine,
joven cantante de madre dominicana y padre ruso, comenzó sus primeras lecciones de canto en
Moscú y luego en Australia.
Ella
goza de un talento único y un estilo musical que refleja su diversidad
cultural.
Su
música se describe como una fusión de sonidos alternativos como latino y soul.
No es
muy buena para presentar sus canciones, por lo que debe adquirir más destreza
en esa función que no es la que está llamada a dominar (lo suyo es cantar), o
dejar de hacerlo cuando sienta que los nervios la dominan. Al fin y al cabo, no
es maestra de ceremonia. Es cantante. Y buenísima.
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