He escrito una crónica sobre la película Despertar, dirigida
por José María Cabral, que he titulado"Despertar, cuando es el publico en
que falla".
Por lo inusual del enfoque, y probablemente porque me he
excedido al enfocar la calidad del con la cantidad de público asistente a verle.
Creo que me he equivocado:
una obra de arte nada tiene que ver con la cantidad de receptores de su
estética.
Tienen razón quienes me han observado el despiste.
De entre esas observaciones, destaco la de J. Alberto Rodríguez,
quien me escribe para sintetizar esa postura
" Me parece arriesgado,
ante cualquier propuesta artística, sentenciar que quien falla es el público.
Habría que sustentar y argumentar muy bien por qué el público. La calidad de la
obra tiene un valor intrínseco que no se lo da, como en el caso de Despertar, el que asistan 10 personas o que la sala esté a
toda capacidad. Abrazos".
La película de Cabral es lo
mejor que hay en cartelera y si la gente no habia respondido (ya están yendo
mucho más personas), puede deberse a muchos factores, incluyendo la ausencia de una consistente estrategia de
mercadeo, dado el carácter independiente del título y a que fue realizado en
base a trabajo voluntario y los ahorros del joven director, quien nos deja ver
su autenticidad como creador.
Agradezco a quienes me han
ayudado a volver al camino de la racionalidad.
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