El
encanto de ir al teatro sin saber absolutamente nada del montaje, trae
aparejada una dosis de dulce ignorancia. Es un imaginario juego a
la ruleta rusa. Y que puede salir bien o mal. Como dice la salsa "todo depende".
Llegar al teatro sin saber que vienes a presenciar, quien es el
talento, cual la compañía, quien hace la dramaturgia, envuelve al inocente
espectador en la plataforma indefinida
en la cual todo puede derivar en un pérdida de tiempo o en un pase a una experiencia
de esas que marcan la vida. Tiene sus
ventajas el llegar para sumarse al público que espera, sin saber qué se va a ver,
dejando espacio tanto a la esperanza como a la incertidumbre.
Cuando se inicia el monólogo Todo sobre Bette, a cargo Luis Fernández, director y actor, sobre dramaturgia de la norteamericana Camila Carr, el discurso escénico toma un ritmo que atrapa
y divierte y sobre todo.
Una actuación exquisita por la ductilidad y profundidad de matices que
logra navegando en la fronteras de los géneros, modulando la voz, expresivo en
su gestualidad amanerada, dominando el sentido del ser escénico de un personaje
al que debió llegar tan solo por la renuncia de la actriz titular, Carlota Sosa,
quien, en una falta ética inconcebible, se negó a hacer el papel porque se presentaría
en un Festival Teatral, auspiciado por una alcaldía local allegada al Chavismo.
Luis tiene el poder de transmitir la vivencia de su personaje. Se adecúa
con entereza y valor histriónico, enriquece la vida de la diva “no diva” y lo
hace sin imitar, sin transitar por la vía sinuosa de la caricatura, dejando
frases que casi queman la conciencia.
El director decidió pasar delante de las candilejas y siendo hombre,
presentar a la Betty Davis, resultando un premio estético bien logrado para el
espectador. Con sus lienzos negros y sus
bufandas, Martínez hizo el personaje en el Festival de Teatro de Bogotá y fue
ganador de un puesto en el cuadro de las ocho mejores piezas del evento.
De las manos de Luis Fernández se desglosa la vida de una mujer que
rechazada inicialmente por la gran industria del cine por no tener la belleza “estándar”
en boga, criticada e injuriada por su
hija, que la pinta como un monstruo en un libro amarillista, enfrentada a los
importantes ejecutivos de las productoras de Holywood, inentendida por su
afianzamiento en sí misma, burlada y
finalmente respetada como la
segunda figura femenina más importante del cine, luego de Katherine Hepbum,
Davis fue estrella que hizo 100 películas, que tenía el
cigarrillo como compañero inseparable y que protagonizó 100, antes de que el cáncer
de mama y el endiablado y agresivo mundillo del jet set se llevaran su vida.
A esa mujer se le rinde homenaje desde el cuerpo formidable de un hombre
de valor, uno que no se detuvo ante nada para cumplir con el cometido del buen arte. La
incertidumbre de no saber nada de nada sobre su montaje, esta vez, resulto en
un premio inapreciable.
(Por un lapsus, identificamos al protagonista y director de este trabajo,como Luis Martínez, lo que es incorrecto. Lo correcto es Fernández)
(Por un lapsus, identificamos al protagonista y director de este trabajo,como Luis Martínez, lo que es incorrecto. Lo correcto es Fernández)
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