Existe una silente y persistente campaña contra el Control de la Televisión, impulsada por medios como el cine, (ver pelicula animada Wall-e) y sugerencias profesionales de psicólogos no actualizados.
Culpar al control de la televisión por los efectos negativos que implica la adicción a la pantalla de TV, es equiparable a culpar a arma usada por un asesino para matar a una persona. Responsabilizar a ese accesorio que nadie nos obliga a tomar, es un contrasentido.
Gracias a una ofensiva de contenidos que provienen del cine, de las redes sociales, de muchos medios de comunicación, el Control Remoto es una especie de factor potencialmente mortal contra la salud y la vida humanas.
El control de la TV no es culpable de nada. Es un accesorio para regular el acceso a contenidos que son seleccionados por el usuario y que pueden ser buenos, regulares, dañinos o inspiradores y formadores de conciencia.
Este dispositivo existe para acomodarnos la vida, para ahorrarnos cientos, decenas, miles de viajes a pie desde el asiento de la sala hasta los botones de la TV. ¿Hemos pensado en eso? Podría ser un buen ejercicio, pero en las condiciones de descanso del hogar, el ejercicio físico es contraproducente.
Satanizar el control de la televisión es un simplismo reduccionista al que debemos negarnos, debido a que ese control se asume como sinónimo de opción por los peores contenidos que pueden ofrecer tanto las estaciones de TV como las plataformas del mal llamada “streaming” cuando deberíamos decir “tele transmisión de producciones” o, más simplemente “transmisión televisiva por paga”
En la concepción ordinaria el control de la TV se ha estigmatizado de forma tal que parecería que quien lo usa es una especie de potencial suicida que atenta contra su salud por la inmovilidad a que le somete frente a la pantalla.
Cuando se usa el control remoto, es responsabilidad de quien lo utiliza decidir en qué momento qué tiempo y cómo lo utiliza de manera que puede dársele un desempeño racional útil y lúdico sin que sea necesariamente una contribución a esa a esa inmovilidad que genera tanto esclerosis como obesidad mórbida.
Quién decide si hacer o no ejercicios físicos adecuados y con una adecuada planificación sanitaria, es la misma persona que aprieta el botón de encendido del control de la televisión. Ver televisión buena o mala en sus contenidos, depende de lo que cada quien seleccione.
La TV, (su control remoto incluido) es un medio. Quien es responsable final de la calidad de los mensajes vistos (programas, documentales, películas o series) es quien libremente los selecciona. Y lo mismo opera respecto del tiempo que se dedica a ver televisión. Es lo determina el infrascrito: el televidente. Nadie es culpable de su decisión en ese sentido.
El milagro de ver TV
Ver televisión, en su sentido más inspirador y holístico, es un milagro de la tecnología. Desde nuestro asiento hogareño, la TV nos abre una ventana multicolor, nítida, con excelencia en sonido, para facilitar el desfile de contenidos que nos pueden ayudar a crecer, a divertirnos y a aprender lecciones y tomar nota de experiencias cruciales y hermosas, con tan solo sentarnos frente a la pantalla.
Es poner a disposición de cada televidente, un mundo de imágenes y sonidos, de producciones para cuya realización directores, actores, guionistas y productores han tomado mucho tiempo, recursos y esfuerzos para entregar ese título, que no es más que una experiencia audiovisual nueva.
y resulta ser que el control de la televisión implica la apertura a un mundo de conocimiento de colores de luces de imágenes de ideas de conceptos de música de poesía de brutalidades de violencia y es uno el que selecciona lo que uno desea ver manera que dejemos de satanizar ya el control de la televisión.
Etimología
La palabra control deriva del francés, de término “controle”, que procede, a su vez, de la expresión “contre role”, que puede traducirse como “contra el rollo”. Se utilizaba esta para referirse al rollo que se empleaba para poder comprobar la autenticidad de otro original. Remoto, deriva del latín “remotus”, que es sinónimo de “alejado”. Es fruto de la suma de dos partes diferenciadas: el prefijo “re-”, que significa “hacia atrás”, y el verbo “movere”, que puede traducirse como “mover”.
CRONOLOGÍA.
1898 . Nikola Tesla registró la patente Número 613809, titulada Método de un aparato para el mecanismo de control de vehículo o vehículos en movimiento, que tenía solo tres acciones posibles: encendido / apagado / quieto.
1903, Leonardo Torres Quevedo, presenta su telekino en la Academia de Ciencias de París, un autómata que ejecutaba órdenes transmitidas mediante ondas hertzianas y que permitía "encendido / apagado".
1950. Se da a conocer el primer artilugio diseñado para controlar remotamente un televisor fue desarrollado por la empresa Zenith Radio, y que fue llamado Lazy Bones (~para vagos)—. Usaba un cable para conectarse al televisor.
1955. Se mejora el sistema al eliminar los cables, obteniendo el control realmente independiente , llamado “Flashmatic”, que envía un rayo de luz a una célula fotoeléctrica pero las células no distinguían entre la luz del mando y la luz de otras fuentes. El Flashomatic también requería que se apuntara el mando a distancia al receptor con precisión.
1956, Robert Adler desarrolla el “Zenith Space Command” (Mando del espacio cenit), un control sin cables, mecánico y usaba ultrasonidos para cambiar el canal y el volumen. Cuando el usuario pulsaba un botón del mando a distancia, hacía un chasquido y golpeaba una barra, de ahí el término para denominarlo en EE. UU.“clicker” (chasqueador).
1970 en adelante, la tecnología televisiva inicia un proceso de mejoramiento del mecanismo del control remoto hasta lograr la expresión digital de los mismos, reducir el tamaño y el peso y facilitarnos la experiencia de ver televisión.
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