María Rosa, cheff de Casa Bonita (Barahona) 2018. Ella recoge insumos alimenticios para el almuerzo de los huéspedes. La foto es de José Rafael Sosa |
¿Qué desearía ahora que soy paciente de
cáncer y que mi futuro inmediato, aun cuando tiene buen pronóstico, al final…nadie
sabe?
Ser paciente de cáncer, te pone en condiciones
de verte desde una óptica que nunca antes te habría percibido. Estar compartiendo
un futuro de su salud hasta cierto punto impredecible, en cuyo entorno, uno se
pregunta:
¿A
que debo aspirar? ¿Cuáles son los deseos, aspiraciones, conquistas, péquenos
logros y grandes satisfacciones, a los que sería bueno anhelar?
Antes de iniciar una relación en torno a
como ha sido este proceso, para poner en la simpleza expresiva del blanco y
negro, es esto lo que deseo:
·
Aspiro una canción que
detenga mi tiempo.
·
A una gratuita sonrisa
de alguna persona desconocida y ofrecida al pasar, cada cual, en dirección contraria,
en conciencia de que será es el único gesto posible.
·
Aspiro el perdón de cada
una de mis miserias, las que no exhibo, de esas de las que no hablo. Esas que
no me mercadean.
·
Deseo la soledad que
reconforta.
·
La actitud amigable que
abre horizontes y verdades.
·
Tiempo para leer.
·
Quiero silencios.
·
Una leche batida de
ciruelas con canela espolvoreada con precisión.
·
Una pecera para mirar
infinitamente el suave trazo de los peces en su ir y venir.
·
La capacidad para
perdonar incluso a aquellos que me han ofendido grave y gratuitamente.
·
Un atardecer con ramalazos
dorados y tintes de oro en cada tarde.
·
Un paseo a pie, en
el campo, con el viento rozando las piernas.
·
Una densa conversación
sin tiempo.
·
Un café oportuno,
basado en lateado de leche.
·
Una película
expresión de simultánea de arte e inteligencia.
·
Hacer cada día una
buena acción diaria en favor de gente que no conozco.
·
Provocar la risa a
toda persona que pueda.
·
Aprender a escribir
de forma que mis contenidos, informen e inspiren y se entiendan, no tengan
miserias ortográficas ni discrepancias temáticas.
·
Ejercer el arte de
escuchar a los otros.
·
Aprender que no
solo mis temas son interesantes.
·
Amar y respetar la
verdad, aun cuando su esencia no me beneficie o evite perjudicarme.
·
Renunciar a mis
odios predilectos, dejando en el balde de basura, el papelito con la lista de
los nombres de “quienes aprecio que me
caen mal”.
·
Renunciar con
integridad a mis odios esenciales.
·
Mantenerme alejado
de toda relación insana y estar distante e inaccesible a la contaminación gratuita
interpersonal.
·
Ser respetuoso de
cada detalle de la belleza que ofrece la naturaleza en su concierto infinito de
imágenes, y honrar esa portentosa gran imagen perfectísima, solo con mi
silencio.
·
Olvidar en la
medida de lo posible, de los pronombres posesivos personales.
·
Tratar de cumplir
mis promesas o revisar muy bien cala palabra salida de mi boca. Esas promesas
son palabra empeñada. Es darme cuenta de que cada incumplimiento mío, me reduce
mi humanidad.
·
Me propongo atender,
respetar y aceptar la irrefutable lógica infantil.
·
Enjuiciarme desde
0. Sin excusas. Sin autocomplacencias.
·
Regresar al pasado,
solo cuando sea necesario para aprender a cómo no ser.
·
Vivir para el presente.
·
Vivir para el
futuro. Y aprender a ver la diferencia.
·
Iniciar el día con
la convicción de que sus horas serán aprovechadas adecuadamente. Que será una
jornada mejor que la anterior.
·
Caminar, caminar,
siempre caminar, seguir disfrutando la vida que pasa de frente a la altura de los
ojos.
·
Poder contar,
cuando sea necesario, con una sonrisa ante la incomprensión y tolerancia ante
la ignorancia y el dogma.
·
Llegar al delicioso
estado de no necesitar aprobación, ni aplauso, ni elogios. Entender que el discurrir
del tiempo se ocupa de poner todo en su justo lugar.
·
Decir…” Te
quiero” cuando corresponda a mis sentimientos auténticos y evitar la demagogia
emotiva.
·
Evitar los
reclamos, sobre todo a personas que tienen derecho a decidir sus acciones.
·
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