Tras ver La Caperucita en el Bosque Encantado, es claro que el músical es un género que ha dejado de ser una meta a alcanzar por la producción criolla. Precedida por la labor inolvidable de la Nuryn Sanlley y su Pinky de mil aventuras, y continuada por el escalón profesional ascendente del trabajo de Amaury Sánchez, verdadero transformador en lo técnico y lo artístico del quehacer más demandante de las tablas, ha sido conquistado por el talento local y se hace conciencia de que hay mucho talento que, si tiene la oportunidad, se exp…
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