Confieso que James Bond me sedujo desde la primera que vi, hace muchos anos.
Desde la presentacion de sus creditos, que mezclaban imagenes oniricas, colores, musica y figuras abrumadoramente femeninas,con excepcion del propio Bond, hasta sus escenarios, sus personajes antagonistas, el mundo de accion mexclado con el glamour de la dimension en que se desarrollaban las acciones.
Nunca me perdi una sola.
Bond me subyugaba cada vez con su sentido de aventura, su ficcion basada en las novelas de Ian Fleming.
Confieso igulamente que algunos me defraudaron francamente, pero seguia mi adiccion a esta serie.
Variaban las tramas, los enfoques y hasta los actores. Pero Bond seguia ejerciendo una atraccion fascinante.
Un elemento fundamental era el tema musical. Era un logro de quien tuvo a bien concebir ese tema, tan adecuado el temperamento del agente ingles, su enigmatica sonrisa, la concentrada maldad de sus antagonistas y la belleza bastante nordica de cada una de sus mujeres.
Se que James Bond es una fantasia total.
Pero no me importa.
Soy adicto a Bond.
Soy fiel a los Bond.
Y me parece que la version que llega el jueves 21, ha de levantar el entusiasmo de nosotros, los que amamos a Bond.
Sobre esta nueva entrega
Sobre esta version...
“Casino Royale”, la última aventura de James Bond, es un film llevado a cabo por un director, un guionista, un actor y un equipo que saben que no se pueden permitir el lujo de defraudar a su público.
No es solo una película de acción, ni una película de espias.
No es una película de persecuciones, de malos poderosos y de efectos especiales espectáculares.
No.
Por encima de todo eso, es una película de James Bond, un personaje cinematográfico que casi todo el mundo tiene en la cabeza (aunque no hay que olvidar que también es un personaje literario, y de hecho, en la literatura fue donde nació).
Es por ello, por esta fama que le precede, que cuando el espectador se sienta a disfrutar de esta película, se vuelve más exigente; espera una aventura que supere a la anterior. Aunque, de la misma manera, esa fama provoca que se le de un voto de confianza por tratarse de un personaje tan conocido y mítico para todos.
Martin Campbell, quien ya dirigió al actor Pierce Brosnan en “GoldenEye”, sabía todo esto cuando se puso tras las cámaras y decidió mostrar un agente 007 como no se había mostrado antes.
Asi que decidió volver a los orígenes creativos del personaje: recuperó el James Bond de la novela, el James Bond más oscuro, distante, serio y crudo, el James Bond que está comenzando en una larga (y exitosa) carrera como espía al servicio de la Corona Británica.
Algo que mucha gente tiene en mente al ver esta película, y que es casi inevitable, es la comparación del actor Daniel Craig con los anteriores “James Bonds”: Sean Connery, Roger Moore o el ya mencionado Pierce Brosnan, entre otros. Y nos damos cuenta que Craig parece desencajar con la estética más elegante y “británica” de anteriores intérpretes. Es por ello que, cuando vas al cine, cierto recelo te acompaña.
Pero cuando comienza la película y te vas involucrando en la historia, viendo como James Bond consigue su mayor logro: ser un agente 007; viendo como James Bond aún no es el respetado espía británico que tantos adoran, y viendo como James Bond mata con menos elegancia y es capaz de enamorarse, entonces te das cuenta que era necesario un cambio de actor.
Así que, es justo reconocer que Daniel Craig realiza una interpretación bastante buena, acoplada muy bien al personaje de un espía procedente de familia humilde (algo que se entreve en uno de los diálogos) que se protege con un gran ego aún sin pulir.
El argumento
La historia habla de Le Chiffre, un banquero suizo que se dedica a guardar el dinero de todos los terroristas importantes del Mundo. Un malo digno de James Bond: frio, calculador, inteligente y cruel. Y, también, humano. Un enemigo que no busca conquistar el mundo, si no, sencillamente, tener mucho dinero y que nadie se interponga en su camino.
James Bond, a través de una red de terroristas, acaba dando con él, y decide salirse de la investigación del M16 (el Servicio de Inteligencia Británico) para llegar hasta el fondo de un asunto que pinta realmente sucio.
El agente secreto más famoso de la historia del cine, James Bond, ha regresado a la gran pantalla para mostrarnos una cara ligeramente disinta detrás del ya conocido escaparate de chicas guapas pero traicioneras, poderosos crueles y coches caros.
El agente secreto más famoso de la historia del cine, James Bond, ha regresado a la gran pantalla para mostrarnos una cara ligeramente disinta detrás del ya conocido escaparate de chicas guapas pero traicioneras, poderosos crueles y coches caros.
El guion
El guión, aún siendo fantasioso y exagerado, sabe como mantener el ritmo y darle cierta consistencia (mediante la historia personal y humana de James Bond) a una película que no puede ser tomada demasiado en serio. Es una película de acción y aventuras, pero al menos posee un guión minamente sólido que sabe que no solo los dramas y las comedias deben tener una historia bien estructurada detrás.
Pero en esta película hay que comentar dos aspectos importantes: el propio personaje de James Bond y su relación con quienes le rodean, y como se han limado las exageraciones de películas anteriores.
El primer punto es el referente a ese James Bond más crudo y sensible que poco a poco se va convirtiendo en el que todos conocemos, y como se relaciona con personajes que, aún siguiendo los tópicos de anteriores entregas, parecen luchar por ser algo menos topicos: el malo es poderoso y frio, pero no pretende conquistar el mundo. La chica es atractiva y llamativa, pero se aterroriza ante la violencia y es contable; el propio James Bond es capaz de vencer a quien se le ponga delante, pero demuestra que es vulnerable, tanto física como psicológicamente. Cada personaje ha sido detallado más sutilmente, mostrando una mayor profundidad que personajes de otras entregas anteriores de James Bond. Eso sí, que nadie espere una película donde se hace un análisis íntimo a base de diálogos profundo: sigue siendo una película de acción en toda regla.
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