Edith Parra deja sentir su amor por la expresión del teatro y se sometió a un proceso corporal muy trabajoso para proyectar con excelencia su actuación como La Madre.
Felicia Guzmán es una actriz como para no perderla de vista nunca. Su actuación evidencia que el teatro local tiene figuras sucesorales impresionantes.
Esta pieza es memorable: su dramaturgia, su técnica actoral y sus novedosos aportes escénicos no han sido en vano. Sigue en Casa de Teatro.Una función de puro teatro avanzado
Una obra que sobrecoge con su fuerza interna y sus formas de expresión teatral al más indiferente de los espectadores, al tiempo que marca una referencia hacia el nuevo teatro dominicano.
Montada en el año pasado, este trabajo resalta en primer lugar por su texto base, escrito con armoniosos borbotones de ideas subversivas, de figuras rebeldes, de narrativa poderosa, inclemente, tierna y desagarradora.
¡Hey!, ¡Hey, el tercer día es un trabajo de una intencionalidad profesional atrevida y desafiante. De seguro que ha implicado una revolución de formas de expresión en la que el gesto reocupa una principalísima postura, recordando la escuela cubana que nos trajo Teatro Guloya sobre todo en sus primeros parsimoniosos trabajos experimentales, pero distante de ser réplica o copia.
Las actuaciones
Si un elemento resalta en los actores y actrices es su juventud empapada de ansias de dejar una impronta en la escena dominicana. Y eso no era posible reponiendo absolutamente ninguna de las obras conocidas y con ese sabor repetitivo de los clásico y previsible.
Las actuaciones tienen cada una un marco especial en el cual se destacan, complementándose unas a otras.
La de mayor experiencia fue la responsable del personaje eje de la historia: Edith Parra Abreu (La Madre), con unos monólogos para ser considerados piezas de inmaculada interpretación.
Josué Guerrero, haciendo del homosexual hermano de la desaparecida coja, se entregó con fidelidad e intensidad a un papel al que da no sólo vida, sino color y credulidad. Actúa tal y como debió haberlo hecho en Código 666. Asunto de dirección.
Indiana Brito, negra y sólida actriz, deja claro que para el teatro basta con la disposición inquebrantable de trascender. No apela a engañifas superficiales y se apodera con maestría de sus parlamentos. Guerrero sabe actuar, sabe bailar y sabe cantar con ?feeling?. Es un abanico de sorpresas.
Trato especial merece Felicia Guzmán, quien nos resultó la gran sorpresa de la noche, tanto por la audacia demostrada al encarnar con mucha seriedad el papel de La Poli (representante de la autoridad), su desempeño de la vocalización, su habilidad en las entonaciones vocales secuenciadas , su gracia y el ardor profesional que evidenció. No es bonita (desde el punto de vista de los moldes estéticos anglosajones estereotipados) ni falta que le hace. Tiene un potencial que de seguro seguirá desarrollando adecuadamente.
Pavel Marcano maneja sobre todo el ritmo. En algunos instantes nos dio un sabor a Waddy Jáquez, por lo parecido tanto de los temas como de la gestualidad, pero al desarrollase el recorrido de La Navaja (el novio de la desaparecida Coja), fue dejando sentir que aquello era coincidencia y que el espectador se encontraba frente a una actuación original y sincera.
Otros recursos
El uso de la música en vivo, el maquillaje (sobre todo en La Madre y Mano), el vestuario, la escenografía moderna que se apoya en el amplio espacio enmarcado por una gran pantalla, el uso del video para ilustrar la historia y mostrar perfiles desconocidos de los personajes, todo conforma un conjunto que proporciona una experiencia que usted no debe perder.
Esta obra es un quehacer teatral que atesora sus propias maneras de expresarse y una experiencia escénica que recomendamos con entusiasmo en los dos fines de semana que le restan en el singularísimo escenario de Casa de teatro.
1 Comentarios
Ojalá emerjan nuevas obras de este tipo.
Great review.