(Los medios de comunicación son mágicos: son capaces de poner en primera prioridad de la agenda de todo el mundo lo que ha estado ahí por años.
Es esa curiosa manera en que nos acostumbramos a categorizar los hechos en relación a quienes los cometen. Si no es gente importante, entonces no es noticia.
Ahora resulta que nos alarmamos de las peleas de gallos porque dos figuras públicas son las que tocan la campana para el encuentro.
¿No será que el gusto por lo bueno y lo malo es veleidoso y variable. Las pelesas de gallo constituyen una aberración social, independientemente de la prestancia de quienes echen los emplumados contendientes. )
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( Me da la impresión de que caemos en otro gancho: el de seguir los estrellatos.
Las peleas de gallos, que se originan años antes de la llegada de Cristo, han sido una costumbre soial bárbara y cruel, permeada por el machismo que ha predominado desde entonces ¿Se dan cuenta de que no hay mujeres "galleras"?
Me cansa la moral de postalitas que nos gastamos.
Esas peleas de gallo están bautizadas por un cuerpo social que no entiende nada más que no sean los "impuestos legales" y la necesidad de aturdir la gente estúpida - rica o pobre-para que no piensen.)
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