La sociedad dominicana, como la latinoamericana, está levantada sobre bases masculinas.
Una sociedad de hombres y para hombres. Baste ver los puestos en direccion pública o privada.
Las caras son de hombres.
Baste ver como se sigue marginando las mujeres de los puestos de mando, respecto de los cuales están plenamente capacitadas.
Las mujeres son más de la mitad de la población.
Pero, políticamente hablando, son menos del 20 % en los puestos de poder de decisión.
Los partidos todos proclaman su repaldo a la mujer, pero ninguno tiene la mitad de legisladoras en sus bancadas del Congreso.
Al momento de decidir las listas de postulación, las primeras víctimas de las negociaciones son las mujeres.
No hemos tenido nunca una mujer como presidenta de la República.
Ni una presidenta de la Suprema Corte.
Ni una presidenta alguna de la Junta Central Elctoral.
Ni una rectora de la UASD.
Han avanzado mucho en el plano empresarial.
Las mujeres son más racionales, más capaces y más honestas que muchos hombres.
¿Por qué los bancos, que tienen casi todos plantillas masculinas en sus directorios, prefieren cajeras mujeres en lugar de hombres?
Ellas se administran mucho mejor. Tienen más consistencia.
Son más confiables.
Es tiempo de mirar las mujeres más allá de su cuerpo.
Es tiempo de dejar de agredirlas.
Es oportunidad para abandonar el acoso.
Es ocasión para descubrir el potencial femenino.
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