El uso de la voz humana casi nunca se encuentra en un nivel tan alto como cuando canta un coro. Y si la masa coral está integrada por talentos cultivados en arte y esfuerzo, la odisea se ha completado. Foto: joserafaelsosa
Con la voz podemos hacer mucho bien. O mucho mal.
- Podemos difundir un chisme que deshaga la imagen de alguien,
- decir "te amo" a un ser querido,
- dar la información necesaria y oportuna,
- ofrecer el dato que abrirá nuevos caminos a alguien, contaminar neuróticamente un ambiente de paz inundándolo con gritos fuera de tono,
- leer ese poema que traerá paz y emoción a los oidos de alguien que, en descompensación afectiva total, necesitaba esa palabra de ilusión,
- leer el pasaje que hacía falta para darnos cuenta de la importancia de un mensaje ignorado.
Essar Simó, proveniente de una familia completamente musical y actual contrabajo de la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta del Coro de la Catedra, observa con admiración la masa coral, en la introducción del concierto. Foto: joserafaelsosa.com
Sin embargo, hay pocas ocasiones tan trascendentes para el uso de la voz, como cuando las voces se hacen una para cantar y toma cuerpo el coro, la única manera de escuchar a los ángeles estándo en la tierra.
Tres figuras de negro. Tres actitudes. Tres símbolos. Al observar la escena, durante el concierto del Viernes Santo, fue imposible no tomar la imagen. Foto:joserafaelsosa.
Estuve entre quienes llenaron anoche la abovedada dimensión de la Catedral Primada de América para disfrutar el XXII Concierto de Viernes Santo, que auspicia Banreservas.
La fuerza de la voz humana cuando se eleva a condición de instrumento múltiple en su origen y única y limpia en su expresión coral, tuvo el Viernes Santo otra jornada para no ser olvidada nunca más.
Cada hora de ensayo, cada etapa de preparación de este espectáculo sacro, que nunca será nominado a “concierto del año” , cada empeño y cada sacrificio de cada una de las voces, de cada instrumento, se justificó a plenitud. Un regalo al alma. Un obsequio amistoso a la capacidad de quienes crearon-hace ya muchísimo tiempo- las piezas entonadas y una evidencia del talento invisible de quienes hacen arte no competitivo y trascendente. Eso fue. El resto es crónica puntual que muere, información intrascendente que tiene vida limitada. El concierto fue un reconocimiento a lo mejor que puede dar un pueblo que, a veces, se siente sin salidas. Nada más falto. Este recital de sonidos y esperanzas lo ratifica.
Para miles de personas la Semana Santa fue un tiempo vacacional que vaciló entre lo necesario y lo ocioso, pero para otras muchas, el llamado de una hermosa tradición artística que cumplió 22 años antier – el Concierto de Viernes Santo en la Catedral- mantuvo su fuerza al punto de llenar cada uno de los asientos disponibles.
El atractivo era la presentación de piezas sacras que incluyeron obras de Joan Sebastian Bach, Guiseppe Verdi, Federico Haendel , Wolfang Amadeus Mozar y Giacchino Rossini, en interpretación soberbia del Coro de la Catedral, apoyado por la orquesta de le sirve de apoyo.
El concierto, que emocionó a un público integrado por las figuras más representativas de la cúpula católica, desde monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez y el delegado de la Nunciatura Papal, monseñor Jozeef Wesolowosky hasta ejecutivos del poder judicial y de los cuerpos armados del país.
El Coro
La masa coral salió al frente venciendo el desafío de las piezas de los grandes maestros que integraban el repertorio. Estas voces unidas hasta ser sentidas como una sola, donde no sobresalía nada que no fuera el espíritu grupal, dando la lección de toda su vida al ego individual.
El concierto ofreció una muestra de versatilidad de estas voces entrenadas con paciencia sábado a sábado por Del Monte en sus giros polifónicos tomados de las corrientes religiosas de los Siglos XVI XVII y XVIII.
Impresionante la masa coral, más allá de la solemnidad armoniosa de los colores de su toga. Personal venido desde distintas esferas profesionales y técnicas, que sacan el tiempo para ser expresión coral, con lo difícil del carácter de Del Monte y la demanda de un tiempo que más de una vez ha necesitado más de una de las familias de los cantantes colectivos de la Primada de América.
Un respaldo de
mucho tiempo
Desde hace 22 años, el Banco de Reservas comenzó a auspiciar el Concierto de Viernes Santo en la Catedral, creando una tradición que perdura y que crece en su arraigo social.
Además de los funcionarios públicos y los gerentes del Banreservas, funcionarios de alto nivel, que incluyeron esta vez al presidente de la Junta Central Electoral, doctor Julio César Castaños Guzmán, el subsecretario de Educación Luis de León, al concierto asisten masivamente los vecinos de la ciudad colonial, que experimentan como propio el evento artístico de música sacra.
El director del Coro de la Catedral, profesor José Delmonte, sostiene que sin el respaldo de Banreservas no se habría podido construir esta costumbre que demanda la disciplina y constancia del numeroso personal que integran el coro y la orquesta de la Catedral.
Delmonte destacó cómo el actual administrador de Banreservas, licenciado Daniel Toribio, ha mantenido y profundizado el compromiso con el Concierto del Viernes Santo.
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