Uno de los manifestantes gay en la marcha del Domingo, poco antes de salir al recorrido. Fotos de Lorena Espinosa Nuñez y JRS
Singular la experiencia que dejan las tres actividades del fin de semana en torno al Día Internacional del Orgullo, tanto para sus organizadores como para la gente que aspira a una sociedad en la cual los derechos de todos y todos sean respetados.
El movimiento gay ha pasado por numerosas experiencias y procesos, desde la época de los años 70 en la cual era todo un inmenso closet y del tema se hablaba solo en programas de panel producidos casi siempre con un corte sensacionalista y quienes exponían eran personas heteroseuxales con posturas encontradas.
Ese movimiento ha crecido. Lo ha hecho aprendiendo a equivocarse y a acertar frente a una sociedad cerrada, teñida de prejuicio incluso en sus niveles intelectuales más elevados y dispuesta a permitir lo que no sea tan subversivo en su esencia que permita que todo siga igual.
Se hicieron tres actividades el fin de semana. La gente supo de dos. Pero fueron tres.
La primera fue el Besotón, celebrado bajo agua en la calle El Conde. La segunda conocida fue la Marcha del Orgullo Gay que recorrió la zona metropolitana el domingo.
Pero entre la primera y la segunda hubo otra actividad, el sábado, a nuestro modo de ver la más importante y desconocida: el debate académico en Unibe sobre la condición de derechos en torno a quienes tienen un comportamiento sexual no tradicional.
Un joven gay, con escaso atuendo, pasa junto al contingente policial anti-motines que escoltó la marcha. Algunos policías simplemente se sonríeron. Foto JRS
El panel en Unibe, organizado por la Fundación Individuos Unidos por el Respeto y la Armonía (IURA), tuvo un carácter académico con un interesante debate socio-jurídico sobre la condición de los grupos discriminados por su comportamiento sexual, pero esta no ha sido difundida, pese a la importancia que representa aporte teórico. Sus principales dirigentes con Maria Batle, Juan José Cid y Amaury Reyes.
IURA, una Fundación sin fines de lucro, se perfila como el instrumento capaz de remover el debate intelectual con altura de un tema al cual es tan sencillo y proclive, la pendiente enjabonada del prejuicio, la etiqueta, la condena moral o la desacralización.
El Besotón intentó ser una manifestación masiva de afectividad real entre la comunidad Gay, pero se quedó corto en el camino. Demasiado recato imperó y una camiseta con una imagen inncesariamente provocadora.
Las mismas participantes exhibieron un recato y una actitud distante de lo que en realidad es una expresión masiva y apasionada de besos y abrazos, como ocurre en el resto del mundo. Era el prejuicio presionando a los antiprejuiciad@s.
El Besotón, como actividad de divertimento para tomarse fotos que irían a Facebook y a Twitter, el Besotón fue ideal, pero no fue el encuentro afectivo, cercano y total que se anunciaba.
Participantes en la marcha.Fotos Lorena Espinosa y JRS
En este sentido coincidimos con Reynaldo Brito, aun cuando no concordemos con los duros términos que usa en su página blog. Hubo que esperar que el agua amainara. ¿Y por que no besarse bajo el agua de lluvia? ¿No hubiera sido más efectista y firme? ¿Y mejores las fotos? Es un camino que se está encaminando hace unos años.
Una chica levanta la bandera del Movimiento Gay Internacional durante la marcha. Foto de Lorena Espinosa Nuñez.
Por otra parte, la Marcha Gay del Domingo, tuvo otras implicancias. Fue un éxito desde el punto de vista de su participación y el amplio recorrido que se dejo sentir en la zona metropolitana (primera vez que ocurre ya que antes se habían limitado estas paradas a la Avenida del Puerto y como mucho el recorrido por la muy peatonal y facilista calle El Conde, tierra de nadie).
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Participaron unos treinta vehículos, desde el “Disco Light” con alegres y coloridos manifestantes, hasta el autobús para quienes no llegaron en vehículos y numerosos vehículos que incluyeron carros, camionetas y jeepetas.
Leonardo Sánchez, director general de ASA. Foto JRS
La policía encabezaba y cerraba la caravana con dos unidades, guiando la manifestación por la ruta acordada previamente por las avenidas George Washington, Abraham Lincoln, 27 de febrero, Duarte y Venezuela para retornar al punto de partida. No hubo incidente. La gente que observaba el desfile mostraba igualmente sorpresa, admiración y algunos ponían “carita” de disgusto o prejuicio. Pero nada pasó a mayores.
A las cuarto en punto de la tarde de ayer, la Discoteca Cha era un hervidero de gente “rara” a los ojos de quienes pasaban por el Malecón de Santo Domingo en la zona que percibían un ambiente carnavalesco en el cual decenas de personas ataviadas como para el carnaval, se movían bajo una bandera del arcoiris.
La comunidad gay Gay, Lésbica, Bisexual y Transgénero (GLBT) demandó el cumplimiento de los artículos 29 y 34) de la nueva Constitución Dominicana sobre la no discriminación y la igualdad de derechos y oportunidades.
La caravana levantaba su protesta por los diez crímenes de odio cometidos desde el 2006 hasta ahora, los apresamientos y acoso policial, extorsión a través del soborno y la exclusión escolar y laboral. La organización estuvo a cargo de la Red de Voluntarios Amigos Siempre Amigos.
Otro aspecto de la Marcha de Orgullo. JRS
Un oficial de policía al mando de los efectivos Politur y Anti-Motines, solicitó con cortesía a los organizadores que le mostraran el permiso oficial de no objeción a la marcha y fue satisfecho. El papel de los agentes fue de una escolta a la distancia pero atenta.
Entre los policías se hicieron bromas con “los maricones”. Las mujeres policías, enfundadas en trajes anti.-motines, en cambio, sonreían con discreción en una actitud que hacía coincidir la sorpresa, el respeto, sus pequeños prejuicios y hasta una cierta admiración por el orgullo mostrado por los participantes.
El desfile perseguía la unidad de los re miembros de la comunidad gay para estrechar lazos, reunir voluntades en pro de la demanda de igualdad e inclusión en una sociedad más abierta y tolerante y resaltar importancia de los miembros de la comunidad gay como entes participativos y productivos de la sociedad, que demandan respeto de todos los sectores. Se protestaba la limitación de las libertades de reunión, tránsito y expresión.
Leonardo Sánchez, director ejecutivo de Amigos Siempre Amigos (ASA), una de las principales organizaciones que vela por derechos de la comunidad gay, resaltó la importancia social que tiene la manifestación ante lo que define como avance del conservadurismo de extrema derecha, en los círculos del poder público, algunos medios de comunicación e instituciones tradicionales que como la Iglesia Católica, olvidan que los gays son también seres sujetos de derechos humanos.
La historia de las paradas y protestas se remontan al 28 de junio del 1969 en Estados Unidos, cuando un contingente policial entró violentamente al bar gay Stone Wall, de la ciudad de Nueva York, resistido durante tres días por la clientela, y que generó una cuota sangrienta de víctimas civiles.
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