El lenguaje del ballet está conformado por el movimiento en su máxima armonía danzaría. Su voz es la música que se eterniza por su calidad y su marco las capacidades que se ponen al servicio de la escenografía y el vestuario. El ballet es la poesía cristalizada en el movimiento que impactara eternamente la pupila.
La muerte de Giselle es el punto culminante de este ballet, cuidado en cada uno de sus detalles.
La danza es, por encima de cualquier otra condición, la vía por la cual se expresa en su tono más inolvidable, lo que es posible hacer sobre la base del amor a un arte escénico determinado y la vocación de sacrificio por someterse de forma voluntaria, a un entrenamiento psico-físico que toma años en su requerimiento preparatorio.
Súmese a ese acto de noble sacrificio, la actitud para enseñar con amor y disciplina totales, para que niñez y juventud, se encaminen arcarse en la proeza de su acto final: la presentación de gala ante un público que escrutará cada paso, cada giro, cada rictus expresado.
Tras ver el ballet Giselle, montado por el Ballet Studio de la profesora Doris Infante, estas sensaciones escalan el alma con el orgullo de un empeño artístico que, además de logrado en base a la pasión cultivada, muestra el valor de la enseñanza y que asegura las nuevas generaciones de relevo en el noble quehacer danzario y sin palabras.
Notable el montaje, sobresalientes las actuaciones de este cuerpo de balerines y balerinas, singularmente desempeñados los roles protagónicos de esta tragedia que, cual mueca irónica, aporta el amor.
Doris Infante, una maestra del ballet que nos aporta la noble tradición del ballet cubano, habrá de sentirse satisfecha. Importan poco los defectos de la tecnología, provocados cuando menos se esperaban y solucionados con la profesionalidad de un equipo técnico que merece todo reconocimiento.
Responsables del montaje
Dirección y producción: Doris Infante; Dirección Artística: Manelín Rodríguez, Maitre invitada del Ballet de Camaguey; Coreografía, adaptada de la original de Jean Coralli y Jules Perrot; Escenografía, Luis Carlos Benvenuto; Vestuario, Magdalena Gutiérrez;
Los talentos: Marena Pérez, (Bailarina invitada del Balleteatro Nacional de Puerto Rico); Albertch , Romel Frómeta (primer bailarín invitado); Hilarión, Jonathan Castillo ( Primer Bailarín del Ballet Nacional); Bertha, Carmen Espinosa.
Tres puntos brillantes
El vestuario, peinado y la escenografía parecieron merecer un especial trato y cuidado en todo detalle. Del vestuario se realizo con un criterio profesional sin escatimar los gastos, aun cuando sin excesos, sobre todo para el cuerpo de baile. Los tocados ajustados al rigor estético y la escenografía sorprendente por la perspectiva en profundidad lograda del bosque.
En resumen, queda al final del camino: armonía, fuerza, pasión por el amor encontrado y perdido, todo en una gran entrega que sienta precedentes. !Bravo por Doris Infante”
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Rebeca Maso
Ballet CordieStudio
New Jersey, USA