ISLA SAONA. Una vez, siendo aún estudiante de periodismo, me hice el reto de escribir mi crónica turìstica más hermosa ydocumentada sobre algùn punto de la República Dominicana que me dejara con la sensaciòn de que no habría nada si quiera parecido a ese destino. Ha llegado la hora, tras muchos años del 1973, cuando dejé las aulas del la UASD, de escribirla. Es ésta.
Y, tras hacerlo, queda el
convencimiento de que si lo es. El sueño será oportunidad de otro momento.
Saona se expresa ahora real y viva, accesible a la vista y dispuesta a
satisfacer ese principio de viajante infinito que transita en cada corazón y
que late en cada sentido recobrado.
Esta Isla, llamada, por sus
aborígenes Adamanay, fue descubierta por el aventurero prefecto llamado florentino Cristóbal Colón el 14 de
septiembre de 1494. Al navegante mercenario y de fe, se le ocurrió bautizarla
con el nombre de con el nombre de
Sabonesa, en honor al marinero sabonés Miguel da Cuneo, que fue el primero en
avistarla.
El cómplice dúo de azul
El gran cómplice de todo es el
azul de dos tonos, el turquesa y el celeste, que dan respectivamente al mar y
al firmamento, ese tono que lo cubre prácticamente todo, para entonar con el
bosque lanceolado y los cocoteros que elevan sus perfiles sobre playa y costa,
junto a los acantilados y acurrucándose con ternura al paso de los desconcertados
visitantes que insisten en imaginar que aun sueñan. Tan solo la fuerza marina
de una brisa que carga de sal y sueños marinos, cada conciencia detenida de
presas y presiones urbanas. Es que aquí, la vida tiene otro sentido y la
existencia un perfume vivencial distinto.
Mapa interactivo satelital de Isla Saona
Belleza de costa y perfil de gente curtida en el afán de la pesca, confundidos con las risas de los niños de Saona, que se sienten como una estirpe distinta a la semejanza urbana de una infancia retenida en asfalto, avenidas y juegos de video. Estos niños tienen como estandarte la naturaleza del mar y como consejera a las suaves olas que, con su rumor repetido y múltiple, les hablan casi en intimidad.
Mapa interactivo satelital de Isla Saona
Belleza de costa y perfil de gente curtida en el afán de la pesca, confundidos con las risas de los niños de Saona, que se sienten como una estirpe distinta a la semejanza urbana de una infancia retenida en asfalto, avenidas y juegos de video. Estos niños tienen como estandarte la naturaleza del mar y como consejera a las suaves olas que, con su rumor repetido y múltiple, les hablan casi en intimidad.
Saona, más que un tesoro
Para llegar a Isla Saona, situada
en el sur oriental marino de la República Dominicana , solo se tiene opción por
medio de las lanchas que ofrecen el servicio a los turistas locales y
extranjeros, atraídos por la magia que proyectan sus fotos y videos, pensando
que posiblemente se trate de uno más de los ganchos de mercadeo de un turismo
industrial que canta como gallo y, a la hora de los hechos, pone como gallina.
Pero no, para el caso de la
especie, resultan ridículas las promesas del paisajismo ofrecido cuando de
Saona se trata. Lo ofertado tiene que alquilas nuevas alforjas para asegurar lo
que finalmente premia al que llega.
No le basta a Saona ser la mayor
de las islas adyacentes de la
República porque hace tiempo que suspendió trascendencia a
las referencias físicas o al crudo lenguaje de kilómetros más
o kilómetros menos
Imprescindible saber
Isla Saona forma parte del Parque
Nacional del Este y alberga dos comunidades: Mano Juan y Catuano. En esta última se encuentra el
puesto de la Marina
de Guerra, (donde se había anunciado que Estados Unidos instalarías una base militar, pero que
resulto ser la remodelación del destacamento de la marina de guerra dominicana
y que generó una oleada de protestas para finalmente diluirse como todos los
temas que se ponen de moda en una semana).
La flora se caracteriza por una
vegetación tupida y recostada al paso del viento, sobre todo en la zona
costera, donde incluso en algunos momentos los arbustos y árboles parecen hacer
reverencia al Dios del Aire al inclinarse con un respeto notable a la corriente
invisible y palpable de los vientos.
Entre las especies arbóreas más
abundantes están los cocoteros infaltables en todo ambiente isleño, pero se
agregan a la lista la Caoba ,
el Cedro y el Copey, todas pertenecientes a las maderas duras.
Entre las especies marinas, ya no
tan fáciles de ver por los turistas que se dejan impresionar por el impacto del
paisaje general, se encuentran las tortugas marinas: el carey, la tortuga verde y tinglar.
Entre las aves se pueden apreciar gaviotas playeras, zancudas, la paloma coronita, y la
cotorra verde, la cual está en peligro de extinción.
Con tiempo suficiente, que desde luego excluye
las horas pagadas por los turistas para poder fotografiarse en Saona y echar
cuento a sus amigos cuando regresen, se
podrían ver la Iguana rinoceronte, el manatí, el delfín y el
murciélago pescador son también parte de los habitantes de la isla.
Si desea visitarla, son muchas las opciones que oferta la industria del turismo.
Si desea visitarla, son muchas las opciones que oferta la industria del turismo.
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