PUERTO PRINCIPE.
Cuando se dice "Haití", bajo el influjo mediático de los fantasmas que le signan, incluyendo la
miseria, las dictaduras del pasado y la irónica e injusta circunstancia de
haber tenido la peor tragedia de toda su historia el 12 de enero de 201, cuando la tierra tembló como nunca, lo más
lejano que pueda ser imaginado
La reina del Carnaval de las Flores.
es a un pueblo desbordado de alegría, danzando
en la calle con energía impetuosa, con el resonar de estos tambores y el timbre
en alto de estas trompetas y estos redoblantes, provocando que más de 600 mil
personas hayan amanecido al hilo, domingo y lunes protagonizando con danza, canto y ritmo, con
una descarga que tiene tanto de catarsis colectiva como de escape social y de
reencuentro con la alternativa de su cultura puesta al servicio de una naciente
industria del turismo que oferta, más que todo una acendrada cultura de raíces
afirmadamente negras y otros atractivos paisajísticos e históricos que el común
de la gente ni se imagina.
El presidente Michell Martelli desde el palco presidencial, a tres pisos de distancia sobre la calle. Luego la musica lo atraeria al pavimento.
Pero el Carnaval de las Flores, que ha montado el
Ministerio de Turismo y que ha tenido como figura central al presidente Michell
Martelli, danzando en la calle, ha sido ratificación de una actitud de millares
de bailadores que se resisten a morir bajo el asfixia programada por la carestía,
la falta de empleo y las tragedias de cualquier tipo.
En este acontecimiento de fiesta y esperanza, parece que se ha
reafirmado la certidumbre esperanzada por vivir. El Carnaval de las Flores es
apuesta por la vida y vuelta a la alegría.
Martelli bajó del palco presidencial para caminar junto al pueblo.
El Carnaval
de las Flores no se parece al desfile de
carrozas que los dominicanos estamos acostumbrados a disfrutar en el malecón el
último fin de semana de Febrero o inicios de marzo. Hay un carnaval haitiano
tradicional en febrero.
Son haitianas ambas. La variedad étnica de este pueblo supera la imaginación.
Es un derroche de tambores, caderas danzantes,
música que penetra firme en la piel, la belleza de la mujer negra, blanca y
mulata, la presencia firme de los bailarines y deportistas que mostraron sus
mejores habilidades. Es una fiesta de sensualidad colectivamente disfrutada,
cimbreando cinturas y agitando armoniosamente los brazos, el torno, las piernas
mientras que el oigo de regodea en ritmo incesante, en coros que entona la
masa, elevando un canto colectivo que, aun cuando el visitante no lo pueda entender, se sabe que se trata de
fiesta en su nivel más alto, celebración de miles que no había tenido expresión
desde que la tierra hizo de las suyas al temblar más allá de lo tolerable.
La convocatoria al Carnaval, celebrado en el Campo
de Marcos, como se llama esta plaza, ubicada a 800 metros del destruido Palacio
Nacional, fue un éxito de logística, promoción y organización, pero lo más
resaltante no es su masiva participación sino la oportunidad que ofreció a las
y los haitianos, de dejar de lado, aun cuando fuera por estas horas, el
fantasma de la tragedia del terremoto. No había habido oportunidad de celebrar
masivamente nada a este nivel, luego del desastre natural del 12 de enero de
2010.
La Ministra de Turismo de Haiti Stephanie Balmir, sorprende por su sencillez, su aguda perspectiva del quehacer turístico y su formación académica.
El Ministerio de Turismo ha instalado el portal
web: http://visithaiti.gouv.ht . Cuando se entra y se ven las fotos, la percepción de Haití,
signada exclusivamente por la pobreza y la tragedia, cambia totalmente. Se
exponen en ese portal los atractivos
naturales y culturales de este pueblo.
El Carnaval de las Flores no es creación reciente.
La dictadura de Duvalier lo impulsaba como parte de una estrategia de "pan
y circo", pero se dejó d montar por la inestabilidad política, primero, y
por decisión de los regímenes de Aristide y Preval, después hasta ser ahora
reivindicado por el Ministerio de Turismo, que lo rediseña, lo enmarca dentro
de una estrategia de promoción del país, y que ha tenido una masiva respuesta
popular.
Su segunda entrega (la última termina hoy martes en
horas de la madrugada) se constituyó en una inagotable jornada de catarsis,
frenesí, desahogo o como se le quiera llamar a este extenso, y apasionado expresionismo danzario,
tomado por un pueblo necesitado de expresarse en alegría profunda, hacer
distancia psicológica y, de paso, plantearse como un destino digno de un
turismo internacional con actitud de aventura y deseoso de experiencias que no
se encontrarían fácilmente en otros destinos.
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