Ahora me permito tranmitir sus reflexiones sobre el Dia de Arquitectura Dominicana, que es hoy 4 de Noviembre, establecido por Ley. Me parece que hay poca gente con la actitud que tiene Brea para decir verdades en el plano arquitectonico, que quiere decir, el plano de la vida:
¿Arquitectura para intelectuales, gente culta y periodistas?
Probablemente el promedio de gente medianamente
enterada no sepa que en República Dominicana se hace, desde 26 años
atrás, una Bienal de Arquitectura. La provocación intelectual que
representa una exposición artística por la interpretativa lectura de sus
contenidos, o la audición de un concierto de música “culta” (aunque
toda lo sea), sin que necesariamente se dominen los elementos técnicos
fundamentales de la música como organismo perceptivo, son retos para la
comprensión de la gente del común, pero para la auto proclamada
intelectualidad dominicana lo debe ser mayor así como para la adormecida
objetividad del periodismo “especializado”, supuestamente al día en
cuestiones del dominio público mundial.
En las Bienales Internacionales de Arquitectura de
Santo Domingo -BIASD-, que se montan desde 1986, se muestran proyectos y
obras, en distintas categorías, que resumen aunque sea someramente,
esbozos de ideologías sociales y mezclan ciencia con técnicas y
tecnologías constructivas, para presentarse como panaceas de situaciones
puntuales que en ocasiones demanda el seno de la sociedad dominicana o
los lineamientos de políticas sociales para el desarrollo y el bienestar
de las colectividades.
En otras ocasiones son tendencias apadrinadas por
bancas comerciales y/o por empresarios de la construcción, que en su
condición de promotores, “promueven” el consumo de tipologías
habitacionales y/o comerciales. De las primeras ya tuvieron su momento
de liderazgo los apartamentos y las urbanizaciones alejadas del centro.
De las comerciales, los centros pequeños, en forma de herradura,
diseminados por doquier, ahora, vulnerados por la presencia de centros
más grandes, que les hacen competir con modalidades de servicio
garantizado por agrupamientos, donde el lujo y la seguridad garantizan
el éxito.
Sin embargo en las Bienales Internacionales de
Arquitectura de Santo Domingo -BIASD- no se ven pugnas empresariales ni
de sectores políticos, ni tampoco gremiales. Y quizás es una lástima.
Pero si se notan empujes universitarios. La UASD, absurdamente, se
escurre de estas lides y lo hace desde siempre. Siente el pánico
escénico social que cosecharon en los años ’80 cuando se le atribuyó
descontextualización a los trabajos que se atrevieron a llevar a Bellas
Artes, en una exposición extracurricular, fuera del recinto de la
universidad, solo para encontrarse con la crítica
pública que les endilgó su evidente falta de compromiso con la
socialización que tanto enarbolaban los lideres de aquellos tiempos.
Ahora los verdaderos intelectuales, los críticos, los
periodistas realmente especializados, tienen la oportunidad de
desentrañar los proyectos y obras que en esas distintas categorías se
muestran en la XI BIASD. Las exposiciones estarán abiertas desde el 3 de
noviembre, que es el Día de la Arquitectura Dominicana (según decreto
503, del ’88) y hasta los últimos días de enero del año próximo.
Allí podrían mirar más que ver, cómo lo contemplativo
tiene atractivos de forma, balbuceando un peculiar lenguaje expresivo,
que se engalana de accesorios, como el color, por ejemplo, para
enfatizar proporciones, volúmenes, ritmos y/o compases, equilibrios,
armonías o disonancias en ocasiones imperceptibles, miméticas, tímidas o
muy pronunciadas.
Sin abstracciones, el arte utilitario de la
arquitectura, puede ser complejo o complicado para algunas personas no
habituadas o entrenadas para captar esas singularidades por no poseer
esa formación básica que le permita comprender la cotidianidad
relacionándola con los valores de lo perceptivo que llena los espacios
aún cuando dentro de estos no haya nada.
Y son esas disquisiciones las que se convierten en un
reto para las mentes formadas en el inmediatismo local o global, que
tamiza todo por el cedazo de lo economicista, sin elocuencia de
pensamiento ni prudencial sentido de lo elemental humano. Por ello
siempre hemos creído que igual como se asiste a un concierto, a un
festival gastronómico, al play, a los restaurantes y bares, a las
inauguraciones de las exposiciones de arte (fecha en que brindan) o a
velatorios de alcurnia en funerarias de lujo, los intelectuales, los
cultos y los especializados periodistas, debieran asistir a las bienales
de arquitectura para tomarle el pulso a la situación del diseño y las
construcciones de edificios en RD.
Allí podrían leer explicaciones y comprender razones
para idealizar sueños de mañanas mejores, colectivos e individuales, en
donde siempre la calidad de vida saldría ganando y donde nadie perdería
que no sea la fantasía atesorada en la infancia, la que se le cambiaría
por una imaginación fecunda al compararlas con lo alcanzable dentro de
marcos reales de proyección profesional.
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