Las salas de teatro de la ciudad de
Santo Domingo y otras de las provincias, se vieron este fin de semana colmadas
de público ansioso de tener buen arte, a buen precio, con una paleta amplia de
ofertas en géneros, corrientes, tendencias teatrales y compañías entregadas a
la misión casi solemne de generar sentimientos desde el entablado. Acudimos a
unas tres: El Quijote no existe (Sala Ravelo); Duarte, Fundador de una República, (Bellas
Artes) y Tsunami, (Teatro Guloya).
Inicio ahora con Manuel Chapuseaux, Jorge Díaz y El Quijote
inexistente.
En 1975, cuando Rómulo Rivas, con quien el teatro dominicano tendrá por
siempre una deuda impagable por su crucial papel de gran formador de los teatristas nacionales, cuando hacer la
escena era incluso un riesgo grave, ofrecía sus primeros talleres en Casa de
Teatro a Nives Santana y Manuel
Chapuseaux, entre muchos jóvenes y el drama, no tenía la idea de que un día,38
años más tarde, la Sala Ravelo del Teatro Nacional, se llenaría de jóvenes, con
una larga fila fuera, esperando la oportunidad de entrar, para ver y
aplaudir con delirio y sinceridad a quien ahora es un maestro del quehacer de
la escena, el mismo Manuel Chapuseaux, hecho sólo posible cuando se ofrece arte
verdadero desde las tablas.
Lo acontecido este sábado 23,en el
marco del III Festival Nacional de Teatro, con un texto dramático, titulado "El
Quijote no existe", del dramaturgo chileno Jorge Díaz, interpretado por Manuel
Chapuseaux, es como para repensar el proceso de estas artes de la escena, a cuyas
funciones acudíamos diez y doce personas,
en esta misma sala Ravelo.
Gracias a Dios existe el Festival de Teatro, sin las rémoras y conflictos que le matizaron años hace. Fiesta de teatro que tiene una cartelera formidable, múltiple.
Gracias a Dios existe el Festival de Teatro, sin las rémoras y conflictos que le matizaron años hace. Fiesta de teatro que tiene una cartelera formidable, múltiple.
Una representación teatral del Teatro
Gayumba que permitió que Díaz nos hablara nuevo y de viva voz, un dramaturgo al que la vida le dio pase y
preferencia en 2005, y de otra forma, existencia inmaterial en las alturas inexplicables de lo eterno.
Jorge Díaz, nos habla de nuevo por el
talento de Chapuseaux, evidenciando que, es posible la eternización del
pensamiento artísticamente expresado, para dejarnos sentir un montaje que
permite tantos vuelos de imaginación y denuncia, de giros sorprendentes de
interpretación , con una economía de recursos escénicos admirable, con una
entrega histriónica como para no ser olvidada nunca más.
Lo destacado
De la pieza resaltan y se quedan en la
mente del público: la expresividad de los ojos de Chapuseaux, su rostro
crispado o distendido, el movimiento gracioso, ágil o enlentecido de su cuerpo, su vestuario blanco y simple, su
interpretación vocal manejada como una paleta de colores para hacernos ver diversos personajes:
* El impresor mercantilista que no le encuentra sentido a la literatura verdadera.
* Miguel de Cervantes - el único cuerdo real de todo el destile de personajes-
* El editor norteamericano rechazando el original de la novela que se inicia con las archiconocidas palabras “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme….”
* El presentador del programa Calamares en su Tinta, que “entrevista” a Cervantes.
* El impresor mercantilista que no le encuentra sentido a la literatura verdadera.
* Miguel de Cervantes - el único cuerdo real de todo el destile de personajes-
* El editor norteamericano rechazando el original de la novela que se inicia con las archiconocidas palabras “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme….”
* El presentador del programa Calamares en su Tinta, que “entrevista” a Cervantes.
El texto
Jorge Díaz, el dramaturgo chileno multipremiado por su oleada de piezas fundamentales para el teatro latinoamericano, sin importar cuando se haya ido, estuvo allí hablando a la gente, sobre temas tan sensitivos como la validez que otorga la sociedad al arte verdadero, cuando lo que se procura en realidad es la venta de mercadería, la angustia de un creador literario que se sabe solo, la fuerza de los ataques en su contra por parte de los poderes de lo establecido y el sensacionalismo amarillista, vacío y procurador de unos puntos mas en el “ratting” de la televisión, de productores que, sin escrúpulo alguno, hacen una comunicación viciada, vacía y ausente de contenidos.
Actuación
Manuel Chapuseaux se sabe perfectamente en dominio interpretativo de lo que plantea el texto. Su experiencia lo conduce asertivamente a lograr una actuación, desfila por una combinación del drama, la denuncia social y los precisos tonos de comedia que se disfrutan con intensidad gracias a dos factores: Chapuseaux juega con la fuerza de los enfoques y personajes que plantea Díaz, al tiempo de “enamorar y coquetear” con el público para inducirlo a buscar la novela para leerla, al ofrecer información literaria de sus personajes (que son más de 500), las característica de algunos que no han sido popularizados, ni por el cine ni por la escuela misma, revelando las presiones de aquella época y las fuerzas comerciales de choque de las editoriales de esta otra, moderna y caricatura de lo que debía ser un código correcto de valoración de la narrativa en su expresión más formidable y densa: la novela.
Las filas
Emotiva escena de unas 50 personas haciendo fila para ver “si les daban un chance” y disfrutar la obra aun cuando fuera en el suelo, en una esquinita, en una silla adicional, sin número oficial de boletería. Dentro casi llena la sala.
La activa gerente de la Sala Ravelo,
hermosa odontóloga a la que llama más el quehacer teatral, hizo lo debido y
acomodó esa gente como pudo, dando solución a unas filas que, si bien
implicaban emplearse a fondo, no dejan de ser un signo de que el teatro se ha
graduado como arte de masas. Por suerte.
El público, conformado mayormente por jóvenes y artistas de diversas generaciones, llenó la Sala Ravelo para ver "El Quijote no existe" |
El aplauso es un estímulo fundamental al artista que no tiene forma de ser definido con exactitud. |
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