El Encuentro, buen texto sobre la fidelidad y el amor verdadero


La obra teatral El Encuentro estuvo el fin de semana en Sala Ravelo, aportando al público la experiencia de un actor de trayectoria como Jorge Santiago y resituando la calidad de una Marina Frías, que evidenció, a pesar de sentir mal previo a la subida a escena, una deliciosa interpretación de una mujer atrapada en un matrimonio inorgánico y amando a quien no es posible hacerlo.



El tema del amor  ¿fiel e infiel? en la pareja se pone de resalto con considerable belleza en los parlamentos que intercambian  Alma (Marina Frías) y Manuel (Jorge Santiago), durante la obra teatral El Encuentro, montada el fin de semana en Sala Ravelo, como parte del 40 aniversario del Teatro Nacional. La pieza de Franklin Domínguez tiene un texto inusual hoy día.


“Soy fiel a ti y a mi marido” es una de las expresiones que emanan de labios de una Marina Frías que renueva sus votos como buena intérprete y quien resalta por una actuación que se siente sincera y dramática, sólo posible cuando se ha tomado la piel de una mujer casada que se reencuentra con el amante de otros tiempos.

Reconozco el valor del proyecto en tanto que ratifica la calidad del libreto del maestro Domínguez, pero ese montaje, en esas condiciones, no era para Sala Ravelo. No basta con aplaudir esfuerzos. Hemos aplaudido muchos, pero llega el tiempo de exigir mucho más a la noble labor de las tablas  y las candilejas.

Pesa contra Santiago, el carácter predominantemente estudiantil de los personajes secundarios, con los que no se logra una buena integración al montaje de conjunto, que se enlentece  además de faltar algo de vida al movimiento escénico en general.

La textualidad de Franklin Domínguez, a pesar de lo breve (la pieza dura en escena cerca de 40 minutos), es incisiva, tiene la garra para atrapar el público. Santiago, quien hizo la dirección además, aprovecha su veteranía para dar vida al amante impedido  de serlo.


Sirve la representación de El Encuentro para permitir el disfrute de un tema amoroso que se hace casi inexistente en la escena dominicana (a menos que sea en el tono de las comedias comerciales). Pero el control escénico se pierde por la necesidad de hacer del montaje un ejercicio estudiantil para una sala como la Ravelo.






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