El
drama histórico Duarte, Traición y Gloria no habrá de dejar indiferente a nadie
desde su estreno este jueves 30 en las salas de cine. Cuando se estrena un
filme dominicano, sobre todo cuando trata un tema y un género inusables (Duarte y Drama Épico), se siente la
exigencia de la gente en espera de criterios para que el proyecto sea
encasillado en el reduccionismo de dos
palabras: “buena” o “mala”.
Y no
es el caso. Evaluar el cine que hace en
una nación sin una industria establecida, sin la social necesaria conciencia y de
cara a temáticas que demandan un juicio complejo, ni es tan simple, ni puede
serlo.
El único
hecho de haber hecho una película a contracorriente, el no haber contado con
los respaldos y patrocinios, el implicar ser como ha sido, el proyecto
independiente de una generación de profesionales salidos de la Escuela de Cine
de la UASD, el haber logrado que por vez primera un planteamiento cinematográfico
integral para los cines comerciales, las escuelas y colegios.
La proyección
en premiere de la película ha dejado una estela de comentarios que es de
esperar levanten el interés en conocer el concepto y que se exprese en una boletería
activa y creciente.
La población,
sobre todo la niñez y la juventud, y muchos de los adultos que creen conocer la
vida de Duarte, deben ver el trabajo,
con curiosidad y deseos de respaldar un proyecto bueno, no perfecto, pero
valido en sus intenciones y aun en el caso de no coincidan con todos planteamientos artísticos, técnicos o históricos.
Hay que respaldarla con entusiasmo y sentido crítico.)
El
país no se tenía una experiencia fílmica que, además de las vicisitudes para
realizarla, caracterizada por una lamentable falta de respaldo de patrocinios
empresariales, sumara la relación de venturas y desventuras pasadas por Juan
Pablo Duarte en su lucha y que finalmente pagó su gesta patriótica con cárcel y
exilio hasta morar lejos de la patria en
una Venezuela que le acogió como un desterrado político.
La película
de Kamajanes Films, (Franc Rosario) con un guión de Leo Silverio (director) y Agustín
Cortes Robles, tiene un enfoque novedoso: a partir de la conversación de Duarte
(Iván García) con el Señor Urdaneta
(William Simón) a partir de la cual se irá, mediante la técnica del viajar al
pasado, la vida del patricio.
En
algunos puntos se aparta de los hechos históricos (como en la muerte en soledad de Duarte, pese a que fue acompañado
de unos parientes cercanos) pero tiene el valor de exponer las inconsecuencias
que sufrió sobre todo de la Junta Central Gubernativa y de Pedro Santana.
Es
previsible que la crítica cuestione fotografía, iluminación en determinados
momentos, el sonido de ambiente y de los diálogos y el sello teatral de los enfoques, sin el uso en movimiento
de tomas y detalles de cámara y la inexplotación de la dimensión épica de los
hechos relacionados. Podrá haber polémicas y críticas y confrontaciones en lo referente a lo artístico: la fotografía
y la iluminación tienen tramos en que no se perciben con la consistencia
visual.
Actoralmente,
lo más relevante son los aportes de Josué Guerrero, por la fuerza que le
imprime al personaje menos conocido del Patricio; del maestro Iván García (su
soliloquio casi al final, en el espacio subterráneo de Fortaleza Ozama). Miguel
Angel Martínez, tiene una de las mejores actuaciones de su vida al articular gestualidad y expresión
facial para cine con su Pedro Santana.
La película,
que se estrena en todas las salas de
cine este jueves 30, incluyendo tres horarios escolares previos a las funciones
ordinarias de la noche, es instrumento
educativo lleva a las nuevas generaciones una panorámica a fondo de lo que vivió
y luchó el patricio Juan Pablo Duarte.
0 Comentarios