A
Puro Teatro, pieza que viene desde la misma procedencia de la horrorosa
intentona de comedia Apartamento 5, montada en la misma Sala Ravelo, es
demostración de que el Josema tiene esa rarísima cualidad de rehacerse con
nobleza desde el desastre.
José
Manuel Rodríguez (Josema) ha aprendido a recoger sus errores y a hacerlo con
total capacidad para sorprender sobre caminos erráticos.
Con
A puro teatro, lo confesamos, estuvimos más de una vez, dispuestos a irnos de
aquella butaca central, en la tercera fila de Sala Ravelo, cuyo espaldar, por
la discurrencia errática de los recursos teatrales expuestos, ya nos punzaba
tendiendo casi amablemente la salida urgente de aquella tortura: unos actores haciendo
cuentos previsibles y malos, unas salidas asincrónicas, unas interpretaciones
superficiales y faltas de energía, nos quemaban la piel y la sensitividad.
Pero
aguantamos lo suficiente para quedar tomados por la sorpresa que de aquello era “mal teatro dentro de buen
teatro”, teatro dentro del teatro, haciendo malas actuaciones son un fin
posterior que se devela en el tercio final del montaje humorístico y expositor
–de paso- de la grave situación de las parejas a consecuencia de los malos
hábitos tóxicos, la agresividad machista
y la infidelidad masculina.
Un
gancho para el cronista teatral susceptible a lo impasable, sobre todo cuando
ya se había tenido el precedente de Apartamento Cinco, con otras “divas” de
cuerpos moldeados a golpe de bisturí y una pobreza interpretativa por la
procedencia de una televisión que se pasa se popular y quien sabe si
populachera.
A
Puro Teatro es teatro contra el teatro, teatro dentro del teatro y teatro desde
el teatro. Una concepción trucada inicialmente pero efectiva, noble y auténtica
cuando se desarrollan los hechos finales.
Una
crítica a las malas actuaciones, mediante interpretaciones profesionales que
dan un giro dentro de si mismas y que cuentan con la fuerza de una.
Actuaciones:
Patricia
Muñoz que da la mejor de las versiones de María Castillo en cada detalle; una
clase de actuación que muestra cuando se está ante un trabajo chapucero y frágil
en su terminación y como se puede hacer eso mismo corrección y excelencia
Josell
Hernàndez se lleva las palmas por su discurso final, en que muestra una
versatilidad digna de todo encomio.
Josema
Rodríguez, profesionalismo, tuvo que hacer lo más difícil para un buen actor:
hacer de mal actor. Quien sabrá cuanto le supuso ese encargo.
El
niño Joan Alejandro Fernández nos sorprendió igualmente. Tiene talento y lo
explota a la medida exacta. El resto es un asunto se seleccionarle papeles
adecuados y dirigirlo adecuadamente.
Yuberkis
Peralta si va a tomar el camino del teatro, que no es simple, debe centrarse en
la escena. Tiene condiciones y un cuerpo perfecto, pero no es suficiente. El
grueso del éxito viene del trabajo orgánico.
Nahiony
Reyes, otro cuerpo perfecto, concede mucho mas escénicamente y puede trabajar
mucho mejor en el futuro.
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