Vamos de
Robo pinta ser, tal cual la vimos anoche en su premier de Palacio del Cine BlueMall, como el primer proyecto fílmico de alto impacto en taquilla. Es lo mejor que le hemos visto a Robertico
Ángel Salcedo, particularmente porque gerencia integral y lógicamente una
historia y tiene aportes técnicos notables. Su deuda con el cine, menor ahora,
lo hace digno de reconocimiento.
Vamos de
Robo tiene lo necesario para gustar a la
gente, flexibilizar las tradicionalmente duras críticas de que es objeto su
director y guionista, aun cuando sigue con deudas pendientes con el cine de
concepto.
Vamos de
Robo es una comedia para impactar con éxito en el gran público y para generar
un repensar de la crítica respecto de lo que representa el aporte de Robertico
a la industria- Roberto Ángel lo que ofrece ahora es un producto fílmico mejor trabajado con cuidado, en el marco de sus
esquemas y trayectoria.
Si algo
hay que reconocerle a Robertico Ángel
Salcedo, independientemente de sus aciertos y fallos como personalidad de la
industria del cine, es su capacidad de trabajar, la durísima piel que ha exhibido frente a
todas las objeciones desde las firmas de los pensadores del cine, su capacidad asimilación
de los razonamientos que pueda haber en esos embates de los críticos, su metodología
para promover con tiempo y sistemáticamente lo que hace (experiencia que trae
desde sus producciones teatrales).
En sus
comedias, factores positivos y negativos, siendo el principal elemento de objeción
reciente el famoso “No Money, boddy “ (Profe
por Accidente, 2013), inentendible para figurar en una producción de carácter comercial
familiar.
Salcedo,
criticado y trabajador, asimila hasta los insultos en forma de columnas críticas
y ahora parece replanteado para reivindicarse manteniendo sus criterios en el
esquema de las cometidas de alto impacto de boletería.
Sigue
como materia pendiente el pasar del chiste oral (originado en los libretos
humorísticos de TV) al gag visual que integre lo audiovisual.
Su
comedia, trabajada sin prisa, promovida a partir de un esquema que debe servir
de modelo de mercadeo acertado, aprovecha la popularidad de personajes como
Fausto Mata y Manolo Ozuna, ranqueados por su participación en la televisión. Es una actuación coral a cuatro figuras que
puede servir de modelo interpretativo, en cuyo entramado el director se ha
excluido como figura.
Los
cuatro protagonistas juegan con gracia a sus personajes estereotípicos (el “mamita”
(Ozuna); el jugador empedernido (A. Ríos), el celoso extremo (Carlos Sánchez) y
el chispeante y presionado personaje de Fausto Mata, aprovechados por el
guionista para criticar los extremos que representan.
Ozuna se lleva las palmas por su experiencia, Ríos es la sorpresa más agradable y Carlos Sánchez evidencia su consistencia con el manejo de frases incidentales breves cargadas de humor. Su personaje es una crítica demoledora a los hombres celosos,
Naslha
Bogaert, lo mejor que vimos el pasado año en de la mano de Ronni Castillo, deja
sentir la influencia de esa inteligente comedia y uno siente por momentos que está
viendo Quien manda? casi con la imagen a su lado de Frank Perozo. Debe evitar
repetirse a sí misma y el director debió haber evitado visiones que refieran otras producciones.
Sigue
pendiente el trascender el chiste oral y llevar la hilaridad por medio de la
imagen y el sonido, situación que se mantiene por el origen televisivo de la producción.
Roberto Ángel
decidió no actuar y colocarse solo como guionista y director, probablemente una
excelente decisión profesional.
Cheddy García
ofrece un recital interpretativo con su rol de mujer dominadora, gran catarsis
a millares de mujeres oprimidas por la cotidianidad y sus machistas maridos;
Lisbeth Santos está bien, pero pudo haber dado mucho más.
Luis José
Germán tiene una de las mejores caracterizaciones como amanerado, con buena vocalización
y dominio del estilo. Hubiéramos deseado un tratamiento distinto del tema homosexual,
pero es una comedia.
Kenny
Grullón, marcadamente televisivo, hace
su parte con digna comicidad. Deben desdoblarse
más para cine.
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