¿Los hombres, solo por ser hombres, son todos infieles, egoístas, malhablados y groseros?

 Niurka Mota  ha bien  celebrado en la Sala Ravelo sus  43 años en el escenario, protagonizando monologo  Nosotras lo hacemos mejor, escrito por el dramaturgo borícua  Roberto Ramos Perea, que si bien se corresponde con una línea teatral que ya define casi un sub-género temático: el enfoque de las relaciones hombre-mujer en el cual los hombres son siempre machistas, abusadores, opresores y groseros y las mujeres, también siempre, resultan ser  indefectiblemente las víctimas, agredidas, temerosas, inseguras  pero en procura de su auto afirmación.
La oleada de estas obras se inicia con Monólogos de la Vagina,  estrenados  el 3 de octubre de 1996 (Eva Ensler, escritora feminista norteamericana).
Ensler, para lograr su texto, entrevistó a 200 mujeres sobre lo que pensaban de sus vaginas, han creado una especie de sub-género, de gran atractivo comercial al tiempo de obligar a una revisión, muchas veces risible y reflexiva de las relaciones de hombres y mujeres.


Luego de esta pieza, montada innúmeras veces  en Estados Unidos, América Latina y Europa (sobre todo en España) se ha desarrollado una corriente motivada por el interés que genera el público el tema, lo que tiene, entre otras expresiones, una venta segura en boletería.

Pero.... tengo una inquietud tras ver a Niurka en escenario, haciendo de la psicóloga Teresita Allison Pérez en el taller de  auto-ayuda y realización femenina, en la que el público es el objeto  y parte activa de las orientaciones que ofrece sobre: Machismo paternal, el despertar sexual, las tradiciones que normaron la vida de su madre, la búsqueda del varón salvador de soledades, el matrimonio y el divorcio, planteando mitos y falsedades que deben ser compartidas.


Mota se entrega con profesionalidad al papel, falsea  en algunos de sus parlamentos pero la parte  de la historia que no conoce el público que subió a escenario con el virus de la Chichungunya,  de modo que lo que logra es dar una lección de responsabilidad profesional al lograr un nivel muy bueno de inter-relación con la gente, con excelentes momentos de elevación de la intensidad y disfrute del humor sarcástico y  obteniendo una ventaja invaluable: la adhesión de las mujeres y de casi todos los hombres presentes a su discurso escénico, según el cual los varones son necesariamente machistas, agresivos, autoritarios, y groseros, de esos cuya palabra es tempo y cuyas opiniones  son sentencias definitivas.

Los elementos de la escenografía son los imprescindibles: tres mesitas, un taburete, un papelógrafo  todo cobre un cortinaje negro. El resto lo pone su actuación en la que  deja sentir su experiencia  y logra que al público disfrute y se haga conciencia del tema.

Sentimos una Niurka Mota  entregada al oficio. No han pasado en vano sus 34 años de tablas.

El humor que caricaturiza la realidad, hace extremos y estereotipos de la figura masculina que se corresponde en gran medida con los arañazos sórdidos del comportamiento varonil.

La debilidad de estas obras que se refieren a estos diferendos hombre-mujer apelan a la exageración y el estereotipo. Etiquetas que basadas en una parte abrumadora de la realidad, resultan poco coherentes para el total del universo masculino.

Quede claro que la mayor parte de los hombres siguen recuperados por ese machismo, que es subyacente en la cultura, el aspecto social más resistente a todo cambio. Pero hay cambios en hombres, los hombres nuevos, los que han hecho conciencia y respaldan a las mujeres. Estos son invisibles para el discurso de estos montajes que ya son una línea uniforme. Existe un movimiento de Nueva Masculinidad que  para autores y autoras de estas obras no existe ni tienen oportunidad de recibir presencia en sus montajes.

En aras de la risa y la boletería, se hacen complacientes con las verdades absolutas y pasan por alto la realidad social de cambios que se experimentan entre los varones, que ciertamente no son la mayoría.

De llevarnos exactamente del parlamento, no  hay un solo hombre consciente de la situación de la mujer, uno que haga practica y conciencia de apoyo a la lucha de las mujeres por la emancipación.
Y ese es también un extremo.



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