Fregar es darle la oportunidad al universo de que reinicie sus jornadas desde 0, partiendo de la nada, de lo poco, de lo insignificante, tanto como pueden serlo unos trastes engrasados, cargados de restos de comida, cuando el aspecto de lo consumido ya no es el atractivo multicolor y oloroso a promesa de la mesa que se oferta para saciar hambre y tal vez, gula. Fregar implica un placer que la gente desconoce. Fregar convoca la posibilidad de transformarse en un ángel milagroso de lo imposible: hacer el más perfecto homenaje al hogar. E…
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