Fregar implica un placer que la gente desconoce. Fregar convoca la posibilidad de transformarse en un ángel milagroso de lo imposible: hacer el más perfecto homenaje al hogar.
El fregado tiene pésima imagen, como desafío
cotidiano del trabajo en el hogar. Pero existe una forma de verlo de forma
distinta.
Con muy mala imagen por lo que supone de
trabajo repetitivo, vinculado a la grasa y los desperdicios, la gente ignora el
enorme placer emocional que supone el fregado.
Fregar no es solo limpiar los enseres de
la cocina, y en especial los vinculados a la cocción de la comida y su disposición
para ser consumida, para lo cual se apela a detergentes, esponjas, agua y otros
insumos.
Lo que implica fregar, es más. Es una
entrega al hogar, un homenaje a quienes han puesto su talento y experiencia
para preparar la comida.
Y digo más: es una experiencia mágica de
reencuentro existencial con el hogar. Es una forma de conectar con la
trascendencia de lo cotidiano y de hacer de una labor poco atractiva, una
entrada al universo mágico del amor a lo pequeño, a lo no valorado, a lo que
rechazamos por comodidad o cobardía y que sin embargo nos ofrece generosamente,
sus puertas hacia la autorrealización.
No ha leído mal.
Dije “autorrealización”. Fregar es reconstituir el hogar. Fregar es hacer un
milagro: aquel que devuelve dignidad a platos¸ cubiertos, ollas y calderos, que
nos sirvieron tanto para el buen comer y que ahora pasan a ser la molestia de
la parte de atrás.
Fregar es un acto de justicia solidaria.
Fregar un acto de aprendizaje vital.
Fregar en un acto de entrega. Es un
necesario tiempo de pausa, precisamente ahora que estamos colonizados por un
excesivo expositivo a información, a contenidos del mas variado tipo, no siempre
de los mas adecuados.
Fregar es un ejercicio físico que nos
despereza. Y un acto creativo que nos hace mejores personas. Que nos recuerda
que no hay labores pequeñas y despreciables. Y que lo que si hay son seres
humanos capaces de amar a los demás por la via del servicio.
Fregar es un creativo encuentro con el
lado delicado, detallista y tierno que debemos afinar siempre.
En familias normales, los hijos y padres
deberían pelearse por la oportunidad de servir al resto del grupo familiar, mediante
el fregado. No lo digo en broma.
Descubrir el universo de encuentros emotivos y creativos que supone la oportunidad de fregar, es un ejercicio al que le invito a ingresar. Véalo así. No se arrepentirá nunca.
Este trabajo puede ser reproducido. Su mensaje pertenece ahora todo el mundo. FOTOS DEL DIARIO ESPANOL LA VANGUARDIA
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