La voz silenciada de Percival Peña

Rafael Percival Peña ha sido retirado de su carrera militar, en la cual llegó hasta el puesto de General de Brigada de las Fuerza Aerea Dominicana. Su retiro se realizó en condiciones que se han cuestionado. No la edad necesaria y estaba en plena capacidad de desempeñar sus funciones. El está tratando de establecer un precedente apoyándose en la Ley, tanto en instancias nacionales como internacionales.

Sobre su caso se ha tejido ahora un silencio. No estamos en actitud de sumarnos a ese cerco informativo sobre sus posiciones. Nos permitimos ahora publicar su comunicado en torno a la situación jurídica.



QUERIDOS HERMANOS Y APRECIADOS CONCIUDADANOS:

El Tribunal Contencioso Administrativo, sometido a fuertes presiones del Poder
Ejecutivo y de la cúpula militar que le sirve a su política de perversión
institucional, corrupción política, empobrecimiento de la inmensa mayoría de los
integrantes de los cuerpos cástrense y del pueblo todo, negó finalmente por
sentencia injusta, mercenaria y genuflexa el “derecho de amparo”, a un derecho
fundamental conculcado que me asiste por las violaciones a mis derechos
constitucionales y legales en ocasión de mi “puesta en retiro” como general de la
República.
Voy a apelar esa sentencia y además ya canalicé el caso ante la Corte
Interamericana. Llevando el caso más allá de la frontera dominicana.
Esta pelea sigue y no desistiré, no me rendiré de librarla con tesón, no solo por mi
caso, sino por tantos otros atropellos ilegales cometidos contra muchos de mis
colegas y hermanos militares. Ahora no quiero extenderme en este tema, sobre el cual ofreceré pronto más informaciones.
En este mensaje quiero concentrarme en la manera bochornosa como están mal
conduciendo y maltratando las altas jerarquías políticas y militares de la Nación -
enriquecidas a través de múltiples prácticas de corrupción- a nuestros deteriorados
cuerpos castrenses y a gran parte de sus respectivas membresías; preteridas,
usadas y discriminadas por los “jefes” favorecido por el primer magistrado de la
Nación.
Tengo la información certera de que el malestar ya fue expresado con valentía en
una carta por alrededor de medio centenar de oficiales superiores, en la que
denuncian internamente la corrupción, la des-institucionalización, las
precariedades, los atropellos en los acenso a destiempo a los amiguitos militares
de los pasillos áulicos, y la fuerte gravitación del narco-tráfico y las constantes
discriminaciones políticas que corroen nuestros cuerpos castrenses.
Nos enteramos que esos oficiales se quejaron, a la vez que se apenan
profundamente, de que nuestras FFAA están podridas pareciendo cada vez más
a las totalmente desacreditadas Policía Nacional y a la Dirección NacionalAnti-droga , entidades plagadas de grupos corruptos y criminales, enredados también hasta el tuétano en el negocio de la droga, el chantaje y el sicariato.
Me enteré que la carta en referencia le fue entregada al Ministro de las Fuerzas
Armadas Dominicanas, y éste a su vez se la llevó al presidente Fernández,
quien recomendó ABSOLUTO SILENCIO sobre el caso. Y que la prensa no se
enterara de ella. El temor a una ola de represalias contra estos valientes oficiales superiores y
porque entiendo que el silencio solo beneficia a los que se han lucrado de esa
situación, doy a conocer el hecho y demando que la referida carta sea cuanto
antes del dominio público.
Nada se gana nada con ocultar la realidad, más cuando el proceso de
descomposición es creciente. En estos casos, el silencio de la denuncia de los
males y de sus responsables solo sirve de manto protector a la delincuencia
uniformada y no uniformada que manipula esas delicadas instituciones y las
usa para sus mezquinos y minoritarios intereses en detrimento de las mayorías
militares.
La situación de nuestras FFAA debe ser debatidas de cara al sol, y de espalda al
olvido, precisamente para que puedan ser renovadas, reformadas y
profesionalizadas, recuperando cuanto antes su maltrecha credibilidad. Nadie
se preocupa de sus necesidades y sueldos de miseria en contra posición de los
altos estrafalarios sueldos de los funcionarios de este gobierno.
Se lo riesgoso de mi actitud y conozco las entrañas del monstruo de la
corrupción militar. Pero sencillamente sería irresponsable e imperdonable de mi
parte guardar silencio frente a esta crisis en expansión que se agiganta como un
alud de nieve. Precisamente por conocerla, ser consciente de su gravedad y de
la importancia de rectificar a tiempo, me siento en el deber de darla a conocer y
alertar sobre ella.
Mi suerte en ese plano está echada. Cruce el Rubicón, tracé la raya de Pizarro y
queme las naves de Hernán Cortes hace tiempo, escogí el camino de la
honestidad, de la justicia y los intereses patrios.
Como militar por vocación y convicción estoy a mil leguas de los Santana, Báez, Trujillo, Balaguer y Leonel ; y siempre he abrazado al ejemplo de Mella, Luperón, Manolo ,Caamaño y Fernández Domínguez. A defender la patria. Esa Patria que no se ve, que no se huele, que no se toca, que esta clavada en el pecho como un fogón encendido inmenso.

Y que por más agua que los traidores, y los cobardes le echen, no se
apaga nunca.

La cobardía y la deshonestidad no entraran a mi corazón. Y ¡Cuando
el llanto de la madre patria llama, el llanto de la madre calla!
Con mucho sentimiento, y respetuosamente,

¡Todo por la patria!
¡Todo por el pueblo!
Dr. Rafael Percival Peña
General de Brigada Piloto (r) .

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