El teatro de Haffe Serulle se distingue por su intensidad física y gestual, su vocación poética y su compromiso crítico.
Cuerpos de barro una propuesta arraigada en la identidad cultural dominicana
y, a la vez, radicalmente experimental. Divide opiniones: para algunos es
fascinante, para otros desconcertante.
En Cuerpos de barro,
el sello de Haffe Serulle vuelve a desplegarse con fuerza. El montaje,
en la Sala Ravelo del Teatro Nacional, es altamente recomendable para quienes
buscan originalidad. El texto dramatúrgico posee belleza, coherencia y un
notable aliento poético, abordando temas sociales, personales e históricos con
frescura y sin elementos superfluos.
Sus discursos están llenos de imágenes, sentencias y aforismos que combinan lo inspirador con lo cuestionador.
El director aplicar su método actoral
que integra técnicas internacionales y exploración psicológica, destacando el
manejo vocal para lograr matices guturales, agudos o graves sin dañar la voz.
La escenografía nace de la simplicidad: plásticos, telares, espuma, cartón y
papel reciclado, enriquecidos con un uso inteligente de la luz y el color. La
expresividad corporal es colectiva, evitando el movimiento escénico
convencional y privilegiando la cohesión del elenco.
Serulle no busca popularidad ni promoción masiva; persigue un vínculo esencial entre actor y espectador que impacte la conciencia. Cuerpos de barro es un montaje que vale la pena ver.
Pie de
foto
Cuerpos de barro es el más reciente montaje de Haffe Serulle, que se escenifica en Sala Ravelo del Teatro Nacional este fin de semana y el próximo.
El montaje
de Cuerpos de Barro en el Teatro Nacional tiene la sencillez y espectacularidad
que se puede esperar de un director paradójico: Haffe Serulle. Foto: José
Rafael Sosa.
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