Jesús... el que siempre vuelve.
Semana Santa tiene el perfume del tiempo que nos ofrece una nueva oportunidad para reencontrarnos con la escencia de tu sacrificio.
Ahora, más que el ritual acostumbrado que sabe a arena, playa y carretera, debemos mirar hacia dentro. Y ver hacia la parte no visible de la existencia.
No se trata de criticar a quienes se van a las playas y las montañas. O a quienes cojen la pela de los autobuses para estar con sus familias en sus pueblos de origen. Jesús está en todas partes, incluyendo en los paradisíacos lugares de esparcimiento.
Vamos a cuidarnos plenamente.
Cuidar nuestro cuerpo.
Cuidar nuestra familia.
Cuidar el Alma.
Defender esa escencia vital de la vida.
No es posible mirar la muerte de Jesús como un hecho histórico consumado.
Ese sacrificio nos desafía de nuevo.
Nos enrostra nuestra propia cobardía frente a nuestros pecados, nos paraliza el camino hacia mejores caminos de realización y entrega.
Jesús no es una fecha.
Ni un lugar.
Ni una época.
Jesús es siempre.
El está con nosotros.
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