Pavel Núñez es más que la figura

Estuvimos anoche en la presentación del concierto Big Band Núñez en el Teatro Nacional.
Lo que vimos y experimentamos allí no fue una sensación más.
Un artista se ha consagrado. Un sueño se ha realizado.

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Lo que era un sueño, la carrera de un vocalista joven que por años estuvo restringido al círculo de cultores del arte y la literatura que supone la Casa de Teatro, ahora es una realidad sorprendente.
A Pavel Núñez hay que medirle, a partir de ahora, desde la primera nota musical, al infinito.
A Pavel Núñez hay que estipularlo con una escala: desde el momento en que concibe tan sólo una de sus mágicas figuras atrapada en el papel con una sensibilidad de poeta, hasta el punto más alto del firmamento adornado de estrellas.
La grandeza de Pavel Núñez está más vinculada con el gesto a lo grande que con la irrupción de un nuevo concepto artístico trabajado hasta el detalle de hacerlo bailar con gracia, como nunca antes cuando se caracterizaba por la movilidad escénica de un tronco.
Big Band Núñez convocó anoche a un público sesgado entre quienes le son incondicionales desde cuando era una figura marginal y alternativa en los rincones de la zona colonial; entre quienes se han aficionado a su poesía montada en las alas de la música; entre quienes, sin haberse aficionado antes, se han sentido atraídos por el lanzamiento mercadológico de este concepto bien acabado, perfectamente cuidado. Tras todo esto, el triunfo es del concepto. Había calidad, había buena música, existían buenos textos, pero hacía falta una concepción determinada, darle una caracterización y hacer la inversión millonaria que esto supone.
El Pavel Núñez visto anoche no era otro. Era la superación artística de si mismo. Era el experimentador con fusiones ya tropicales, ya pop, capaz de convocar lo mejor del arte a su alrededor.
Ese concierto es un triunfo de la constancia y de la fe que tanto él como sus allegados han tenido en el futuro de una estrella que debe dejar de referirse a si misma como "pequeña". Es lenguaje no cabe en la grandeza de la Big Band Nùñez.
Hay que destacar el respaldo de los artistas que acompañaron al Núñez: Ana Féliz (bellísima, elegante y embriagante con su voz); Frank Ceara (de gran presencia escénica con su voz sostenida y firmemente profesional); Carolina Rivas (extraordinaria y quien debe insistir en su presencia como vocalista); Stefanie Fatulo (un talento joven evidenciado y prometedor); desde Nicaragua Luis Enrique (un artista internacional y sobre todo un amigo) y ese final con Milly Quezada que trascendió el cariño filial y quien dijo lo que hubieran querido expresar cada uno de los asistentes.

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1 Comentarios

Laura E. ha dicho que…
Fascinante, increible... ciertamente un artista que toco mi corazòn con sus letras desde la primera vez en la Casa. Un abrazo!