El cine de RD ¿nació, no nació, revivió o qué?

José María Cabral no cree que el cine dominicano esté muerto. Este jueves 19 tiene un casting para seleccionar los talentos de su próxima película, a rodarse en Verano. Actualmente estudia cine en Estados Unidos y acaba de traspasar su matrícula de New York a Los Angeles. Foto: José Rafael Sosa
Mientras se dice que el cine dominicano ó no ha nacido o se ha muerto, la realidad que tenemos al día de hoy es:

José María Cabral (Excesos, 2008) tiene este jueves 19, un casting para la película que va a rodar en verano. El joven cineasta, que estudia dirección de cine en NY, traslada su matrícula a Los Ángeles. Nominado a los premios Casandra 2009, Cabral es una joven promesa de la gran pantalla con acento quisqueyano.

Albert Xavier comienza a recorrer festivales internacionales con su Hermafrodita, una película que le va a cambiar los criterios que mucha gente tiene del cine dominicano. Una película hermosamente fotografiada y actuada con gran profesionalidad, todo en el marco de un guión imaginativo y adecuadamente desarrollado.

Alan Nadal sigue rodando El Manuscrito, un experimento muy único, que va a aportar una experiencia nueva a la pantalla. Una co-producción realizada con un método inédito para el cine local. La realización de un sueño con los recursos que la vida ha podido poner en sus manos.
El maestro Agliberto Meléndez sigue trabajando calladamente y lejos de los titulares en su El Color de la Noche, cinta inspirada en la vida de José Francisco Peña Gómez. Agliberto es un director de cine autoral, el primero que tenemos.

Juan Deláncer ya terminó de rodar Trópico de Sangre, una película de reconstrucción histórica de la lucha y muerte de las Hermanas Mirabal, con una clara posibilidad de internacionalización. Los niveles de calidad con que se ha ido desarrollando ese proyecto

René Fortunato viene con su documental Bosch La Frontera Imperial. Hemos querido conversar con René para una entrevista pero el recado que le dejamos en su oficina hace tres semanas parece que no le llegó y su asistente tiene instrucciones de no dar su número celular. René es excelente en lo que hace y ha creado un mercado para los documentales de la historia reciente del país con toda una estructura bien cimentada. Es trabajador, constante y poco gregario.

Acabamos de ver El Veneno del Baile, de Paco Cao (español) rodada en República Dominicana con una mezcla de realidad y ficción, sobre una imaginaria influencia de un libro inexistente y que revela cómo se puede hacer buen cine sin tener a comediantes de televisión como atractivo de taquilla (recurso que tampoco invalidamos en si mismo, tomando en cuenta la necesidad de garantizar la inversión en una actividad que es empresarial. El detalle es lograr producciones de calidad artística trascendente usando esos mismos actores de la pantalla pequeña).

Cristiano de la Secreta acaba de pasar la marca de 300 mil entradas pese a que fue pirateada. La respuesta ha sido una oleada policial y de la ONDA que ha producido la ocupación de centenares de copias de Cristiana de la Secreta, una versión mal grabada con un celular.

Este operativo fue la pasada semana en Santo Domingo. Foto.Archie López.
Se dice que la piratería ha matado el cine dominicano, cuando se esté realizando el más amplio operativo contra los piratas e incluso se han ocupado varios estudios de reproducción, cuando se ha instalado un mecanismo de la Policía y ONDA que opera todos los días.

En materia de comedias, llega ahora Megadiva, de la cual resalta su fotografía y su mensaje positivo, aun cuando la estilística de Roberto Ángel Salcedo no sea moneda de oro para todos los críticos. La forma en que está contada va a impactarle a la gente común. A los críticos, no tanto.

No creo que nuestro cine sea no-nato o que haya muerto. Admito que la piratería es una amenaza muy seria, tan seria pero enfrentable. Basta recordar que el cine co-existe en todo el mundo junto con las copias pirateadas, lo que produce pérdidas por el robo que implica, pero no ha matado el cine en ninguna parte. Dejemos los tremendismos.

El cine dominicano no sólo ha nacido (hace tiempo, agrego) sino que se encuentra en una etapa de crecimiento y experimentación como nunca antes.

En total, los proyectos de los cuales se está hablando ahora son más de 20, situación extraña para un “cine muerto”. Nunca antes habíamos tenido tanto cine. Bueno, malo , regular y excelente, si uno se acerca sin prejuicio a conocerlo.

Desde luego cantidad de proyectos no es calidad de proyectos, no hace falta que nadie me lo aclare, debido a que existe una fijación que establece que todo el cine dominicano que se está haciendo es comedia y que toda comedia dominicana, por ser dominicana, es mala. Absolutismos que no es bueno compartir sin analizar en detalles.

Se están produciendo comedias comerciales.
Nadie lo duda.
Incluso tienen defectos y deficiencias en aspectos de su producción. Y hay que criticarlos. Tampoco ese es el punto. Se admite.

Pero también hay que reconocer que no es posible englobar todas las comedias bajo un calificativo único y etiquetarlas como abominables o dotarles de la condición de convertir en ateos a los cristianos que las vean. Hay críticas serias que señalan sus fallas y críticas que dejan caer una carga de prejuicio muy notable.

Las películas son lo que sea la labor de su director en cada producción. Me parece irrespetuoso, colocar en un mismo plano y bajo la misma etiqueta a estilos tan disímiles entre si como los de Pintor, Salcedo, Alfonso y López. Y tenemos directores diferenciadamente establecidos con estilos distintos.

Que puedan hacer mejores comedias, nadie se opone y es la aspiración a que cualitativamente todos mejores sus propias marcas de trabajo. Pero no crucifiquemos el género comedia en tanto es un género válido.