Cuando llega a la sala se encuentra, a la izquierda, a travez de la ventana, a un hombro vestido de negro en la marquesina en actitud de acecho, y a la derecha, otro hombre que está rompiendo las rejas de hierro de una ventana con un gato hidráulico.
La dama da un grito para despertar la familia y no sabe si los ladrones huyeron o están en la segunda planta de la vivienda.
Desde su habitación, comienza a llamar al 911 para solicitar el auxilio de la Policía.
Nadie lo toma. Marca por tercera vez, en medio de la tensión y el peligro, y sueña esta vez 11 veces.
No existe el 911. Es una mentira. Un alimentar la gente con cuchara vacía. Hemos llamado en horario de oficina y lo levantan. Pero cuando resulta más imprencidible, cuando no están los jefes despiertos, encontes el 911 es una mentira institucional que nadie quiere denunciar.
El servicio de emergencia 911, en que se ha invertido muchísimo dinero por parte del Ministerio de Interior y Policía y otras agencias, no existe. Es un gran elefante blanco que no existe cuando es realmente necesario.
Se sabe que, cuando operaba, estaba a cargo de 15 muchachos que puso Interior y Policía, sobre una plataforma tecnológica inadecuada y fuera de época, sin posibilidad de interactuar o de transferir las llamadas al sector necesitado: policía, bomberos, Cruz Roja, Defensa Civil.
El 911 es una mentira que debe ser objeto de un trabajo para que sea real.
Pies de fotos
Así quedaron las rejas de la ventana que los ladrones estaban rompiendo a las cuatro de la manana de ayer en una vivienda de Mari Pili. Los residentes intentaron comunicarse con 911 y nadie respondió tras unos 50 timbrazos en cuatro llamadas sucesivas.
El daño en la base de una de las rejas del ventanal que violaban los ladrones, los cuales se escondieron tras ser descubiertos. El 911 no funcionó.
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