Perros de la Calle es la mejor de las películas de Quentín Tarantino, hecha con centavos, con enormes precariedades al punto de que los actores no contaron con el clásico trato VIP que se les ofrece a las estrellas. Algunas de sus estrellas durmieron en un sofá, entre las agotadoras jornadas de filmación ordenadas por un inflexible Tarantino, quien además tiene un breve y crucial papel.
Algo urgente hay que hacer para que se conviertanen un hervidero de gente las funciones de alta nombradía que ofrece la
Cinemateca Dominicana, la cual ratificó anoche, con el inicio del Ciclo de
Cine Negro Norteamericano, que sigue siendo la principal sala pública de exhibición de cine de primera calidad, con la tarifa más baja (50 pesos y los estudiantes gratis), con la exhibición de
Reservoir Doggs (Perros de la Calle, Quentin Tarantino, 1992). Anoche tan solo 12 personas estuvimos presentes viendo esa joya de Tarantino.
Nos deseamos sumar al esfuerzo que logre el impacto que necesita la Cinemateca. Hace falta un par de padrinos empresariales, un buen patronato, algunos acuerdos firmados con las universidades cercanas (UASD, UTESA UNIBE, APEC y otras) para que las funciones sean tomadas como base de tareas en alternativas para estudiantes de Arte, Lengua Española, Habla Inglesa, Cine, Psicología, Psiquiatria, por solo citar algunas.
La cinta fue realizada en una funeraria abandonada, transformada como almacén, con un presupuesto precario y con extraordinarios sacrificios físicos a los seis protagonistas por parte de un inflexible director que rodaba una y otra vez las mismas morbosas escenas sangrientas.
Una película golpeante desde el sopor de la propia sangre que brota de aquellos cuerpos, con un guión sorprendente, inusual y que a cada vuelta de situación, deja al espectador sin aliento y con el agridulce sabor de las veredas insospechadas que va tomando. Muchos de los actores participantes estaban comenzando sus carreras, algunos eran totalmente desconocidos.
Los protagonistas son Harvey Keitel (Sr. Blanco), Tim Roth (Sr. Naranja), Michael Madsen (Sr. Rubio), Steve Buscemi (Sr. Rosa), Chris Penn (Nice Guy Eddie), Lawrence Tierney (Joe Cabot) y el propio director Quentin Tarantino (Sr. Marrón) El Ciclo de Cine Negro Americano continuará hasta el 15 de Febrero con la exhibición de otros clásicos: Fargo (Hermanos Cohén); Buenos Muchachos (Goodfellas) (Martín Scorsese); El Camino del Samurai (Jim Jarmusch) y Cuestión de Honor (Cavín O´Connor)
El resultado fue una película de culto, que presenciaron en la Cinemateca tan solo 21 personas, amantes del cine verdadero, lo que plantea, nueva vez, la tarea colectiva de lograr que esta renovada sala de cine (tiene un proyecto Sonny nuevo de última generación y un excelente aire acondicionado) para llevar mucha gente a conocer lo que es el cine en sus expresiones más elevadas exquisitas.
Sacrificios a granel
Se trabajó durante cinco semanas, a un ritmo de seis dias a la semana y catorce horas al día. A esto, el director y el equipo de producción tenían que añadir el tiempo que se tiraban viendo el copión de lo que habían rodado.
El set era ni más ni menos que una funeraria abandonada (el almacén que vemos en el film, en cuya trastienda se construyó el decorado del despacho de Cabot, y en cuyo baño se rodó la secuencia de la falsa anécdota del Sr. Naranja). En la escena en la que vemos al Sr. Rubio sentado sobre una montaña de cajas cubiertas por una sábana, las cajas eran en realidad ataúdes.
Al rodarse en verano, el equipo tuvo que soportar temperaturas de unos cuarenta grados aproximadamente. Como no podían pagar ni la manutención de los actores, Harvey Keitel tenía que ir al set cada mañana en su propio coche, y eso por no hablar de Tim Roth, que durante el tiempo que duró el rodaje, tuvo que dormir a lo cutre, en un sofá en casa de un amigo.
Este último tuvo que afrontar además el hecho de tener que actuar cada día tumbado y pegajoso en un charco de sangre, a pesar de las altas temperaturas. Aunque claro que en este sentido, Roth no lo pasó ni la mitad de mal que Kirk Baltz, el actor que hace del poli torturado por el Sr. Rubio. Este hombre, además de no haber alcanzado ningún reconocimiento ni prestigio desde entonces (como ha sido el caso de sus compañeros de reparto.
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