Vimos anoche en Sala Ravelo del Teatro Nacional, el remontaje de la obra Orgasmos, texto original y muy exitoso del dramaturgo Dan Israely (con centenares de funciones en países como Venezuela, Colombia, México y Estados Unidos) y nos ha satisfecho. No compartimos la imagen de la obra, difundida en los medios para generar atractivo comercial, al ofrecer desnudos que nunca llegan a ser y que apenas logran aparentar que lo son gracias a la habilidad de los recursos de vestuarip. Lo interesante más que todo, es el texto, su capacidad de remover la conciencia y su virtud de hacernos pensar de nuevo sobre los roles de los géneros masculino y femenino.
La comedia Orgasmos, texto de Dan Israely con tiene un amplio reconocimiento e impacto internacional es un audaz texto para el divertimiento y la reflexión entre risas y carcajadas al tratar con gracias e inteligencia temas tan cercanos y traumatizantes como es la sexualidad, los roles de género, la torpeza masculina respecto de los detalles vitales de la relación y la complejidad y exigencia femenina frente a las absurdas prácticas masculinas entintando sus limitaciones de infidelidad, el etiquetado simplista de las actitudes de la mujer, procurando encontrar en ellas la responsabilidad de las propias debilidades del equivocadamente llamado “sexo fuerte”.
Más Orgasmos, como se ha re-titulado este montaje (que ya habíamos visto con Luis Manuel Aguiló y Luz García en la misma y cuasi sagrada Sala Ravelo del Teatro Nacional, se sobreimpone por encima de su propia proyección mediática que ofrece ilusoriamente desnudos que parecen pero que nunca son gracias a las mayas ergonométricas de color carne . Para los espectadores instintivos, se llevarán la ilusión de que vieron a Naslha desnuda, pero esa gente no reclama mucho para dar rienda suelta a sus fantasías.
Esta comedia nos hace reír auténticamente a toda la capacidad de la mandíbula batiente, al tiempo de estremecernos, muy en el fondo de la conciencia, con sus desgarrantes contenidos que exponen, airean y hasta ilustran sarcásticamente, lo absurdo del desequilibrio en el aporte emocional que diferentemente hacen hombre y mujer al ritual del amor, expresado finalmente en los orgasmos.
La química que logran ambos protagonistas es viva, intensa, hilarante, picada en sus textos breves o en sus parlamentos más extensos. Enrique Chao, hábil manipulador histrónico con una de las tradiciones más respetables en este género, apunta un éxito superior incluso a su versión anterior. Fidel López de reinventa con una escenografía sugerente, directa, funcional y de gran capacidad para alojar las diversas situaciones de ambos intérpretes.
La química que logran ambos protagonistas es viva, intensa, hilarante, picada en sus textos breves o en sus parlamentos más extensos. Enrique Chao, hábil manipulador histrónico con una de las tradiciones más respetables en este género, apunta un éxito superior incluso a su versión anterior. Fidel López de reinventa con una escenografía sugerente, directa, funcional y de gran capacidad para alojar las diversas situaciones de ambos intérpretes.
Naslha Bogaert es más que imagen perfectamente adecuada para las exigencias de casting de lo que sea. Este talento aporta dinamismo a su rol de mujer que hace pensar la subjetividad femenina. Siendo más que una cara y un cuerpo hermoso. Tiene potencial desarrollado y puede que llegue mucho más lejos en las tablas, si continúa su preparación y salta del esquema del facilismo de las comedias comerciales. Su gran prueba será el drama. Ojalá se decida.
Se puede ver, claro que sí!
Si desea reírse con conciencia, si necesita olvidar un buen rato el abundante y multipresente ambiente electoral que agobia y embota el entendimiento con sus excesivos spots y sus molestosos bandereos, deje todo: la Sala Ravelo le esta esperando.
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